La Capital del Monte vive con intensidad la 45ª edición de la Fiesta Nacional del Inmigrante, que se extenderá hasta el 14 de septiembre.
Durante el segundo día de la celebración, la Casa Italiana se convirtió en epicentro de historias y legado cultural. La visita del coro rosarino de Los Alpinos, también descendientes directos de italianos, sumó memoria y orgullo a una casa que, generación tras generación, mantiene viva la identidad de los “tanos” en Misiones.
Es la primera vez que el grupo visita la FNI y su coro aportó un valor histórico único. El cuerpo masculino representa la memoria de Italia, su emigración y de la construcción de identidad en Argentina, compartiendo con los asistentes su canto, sus historias y su compromiso con la cultura italiana.
“Los Alpinos en Italia son un cuerpo militar de montaña del Ejército italiano activo hoy. Nosotros no somos militares, somos de la asociación que estos militares formaron cuando fueron liberados de estar bajo bandera. Esta asociación es enorme, hoy tiene 350.000 socios desparramados por todo el mundo”, explicó Sergio Marco Zanin, de 77 años, fundador del Grupo Rosario del Coro Alpino, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Hace 21 años encontraron en la música una forma de sostener el legado. “Es lo que nos mantiene vivos. Nos presentamos en todas las fechas patrióticas italianas y argentinas. Hace años que venimos desfilando junto con los granaderos el 3 de febrero”.
Sobre su primera participación en la Fiesta del Inmigrante, Zanin no ocultó su asombro: “Sinceramente es una cosa espectacular, me desbordó toda la imaginación que tenía. Suponía que, tratándose de colectividades como la ucraniana, la polaca, la italiana y todas las demás, las cosas iban a estar bien hechas porque son sacrificados y trabajadores. Eso fue una garantía, pero la realidad superó todas mis expectativas”.
El dirigente contó que hacía tiempo deseaba viajar a Oberá: “Hace más de 30 años quería venir, pero por motivos de trabajo uno va postergando. Este año María Blanca Morchio me invitó y dije ‘voy’. Lo difundí en el grupo y de inmediato nos comprometimos. Ya estamos comprometidos para el año que viene también”.
En lo personal, Zanin se definió con emoción: “Soy italiano, nacido en Italia, y agradezco sobremanera este hermoso país porque es el paraíso del mundo. Pero nadie debe olvidar sus orígenes: de dónde nació su padre, abuelo o bisabuelo. Todos tenemos un ADN, no solamente un apellido o una descendencia. Ese origen es innegable y no se puede borrar”.
Por eso resaltó el esfuerzo de las colectividades en la fiesta: “A los descendientes que hagan el esfuerzo de mantener esto, esto me desborda de felicidad y de alegría. Felicito por la organización, por la calidad de lo que se expone y de los locales de las distintas colectividades. Son impecables, ordenados, no solamente la italiana, todas las que he visto”, cerró.
“Unión y paz, eso significa la Fiesta del Inmigrante”
María Blanca Morchio, presidenta de la Colectividad Italiana, y con 40 años de trayectoria dentro de la colectividad, repasó la historia, cambios y el legado que deja cada generación en este encuentro cultural, además de mencionar el desafío que conlleva inculcar esto a las nuevas generaciones.
“Estamos orgullosos de nuestra casa, de nuestra colectividad y del grupo humano que está trabajando. Empezamos hace un tiempito a prepararnos, arreglando la casa, poniéndola en orden y después preparando todos los platos para que la gente venga a degustar”, destacó Morchio.
La referente recordó sus inicios en la fiesta: “Hace 40 años que estoy en la colectividad. La fiesta tiene 45, así que empecé casi en los inicios en el complejo. Comenzamos siendo la parte joven del grupo y trabajábamos donde nos mandaban: en los helados o como mozos. Después tuvimos la alegría de trasladarnos a la casa propia, aunque fue un costo bastante alto que pagamos todos porque significó un gran cambio”.
Morchio valoró el crecimiento y la continuidad del proyecto: “Antes éramos como una familia entre todas las colectividades y después cada una fue armando su grupo. Muchos de aquella época, nuestros padres, ya no están, y pienso que deben estar arriba orgullosos de todo lo que hemos logrado y de lo que hoy es la casa: una casa linda, completa, y con un grupo humano que es lo más importante”.
También resaltó el rol de los jóvenes: “Ahora tratamos de estimularlos a que vengan a participar, dándoles mayor responsabilidad porque ellos son el futuro al que nosotros vamos a legar, como nuestros padres lo hicieron con nosotros. Los chicos están interesados, es un lindo grupo y la están poniendo todo”.
La referente de la Colectividad Italiana resumió lo representativo del evento y señaló: “Realmente es parte de nosotros. Mis hijos todos bailaron en la colectividad y aunque hoy no están en Oberá, en septiembre siempre preguntan por la fiesta. Pienso que todos los obereños ya la llevamos en el corazón, si la tuviera que definir en una frase es, unión y paz”.
“Es una buena manera de atraer a la gente joven”
“Es la primera vez que vengo a esta fiesta. Realmente no la conocía, después hablando con otros muchachos del grupo sí la conocían. Nos sorprendió la magnitud, el empeño que le ponen en el trabajo y el estado de todo este predio y sus casas. Hemos visitado los distintos sectores de las colectividades y realmente es muy hermoso, muy lindo y digno de compartir y de promocionar”, expresó Gustavo Cisilino, miembro del coro.
Asimismo agregó: “Estamos en un mundo donde todo va muy rápido y los intereses van por otro lado. Al ir perdiendo la descendencia, no siempre se transmiten las tradiciones. Yo soy hijo de italianos, mi compañero es italiano, otro es nieto de italianos. Pero a medida que se va perdiendo la descendencia, no se van contando las tradiciones, no se va viviendo. Uno está acostumbrado como hijo de italianos a comer los domingos en familia, y esas costumbres son difíciles de transferir cuando pasan de generación en generación. Muchas veces el interés de los jóvenes se desvía hacia otro lado”.
En sintonía con esto, su compañero, Héctor Fonzo, señaló: “La verdad que es un placer estar aquí porque yo siempre digo: donde hay un italiano nos sentimos en casa. La Argentina necesita tener esto porque forma parte de su idiosincrasia. Abrió sus puertas para que el mundo, con problemas de guerras, viniera aquí a desarrollarse”.
Finalmente, destacó el crisol cultural que define al país: “Estas fiestas no son más que una parte de lo que es una Argentina que distinguimos por alguna tradición, por algún canto o por alguna comida que tenemos incorporada. La Argentina es un cáliz de raza, y no todo el mundo puede darse el lujo de decir que lo son, eso es muy importante”.












