En los meses que Javier Milei lleva como presidente de la Nación, cumplió cabalmente con una promesa de campaña: reducir la inflación. Al mismo tiempo, incumplió progresivamente otras igual de importantes: se asoció a la casta, su Gobierno está fuertemente sospechado por resonantes casos de corrupción, la pobreza sigue siendo igual de alta después de haber escalado a niveles fenomenales (54,8% en el primer trimestre de 2024), y los salarios y jubilaciones permanecen relegados en la agenda de relevancia gubernamental.
Esa dinámica fue rompiendo progresivamente el contrato social entre la esperanza de cambio y la realidad con el paso de los meses. Por estos días, muchos libertarios, “puros” y no tanto, recalculan metas, objetivos y la profundidad ideológica de un Gobierno que necesita gritar que es distinto, pese a las evidencias que contradicen su discurso. La sucesión casi semanal de hechos compromete la base sobre la que los Milei construyen poder, mientras descartan errores propios y atribuyen todos los males al “riesgo kuka”.
Pese a que, en el ideario libertario, lo ocurrido la semana pasada fue un mal menor, objetivamente representó un golpe duro a la línea de flotación del corazón mismo de la plataforma.
El partido gobernante, tras incumplir casi todas sus promesas excepto la de bajar la inflación, abandonó la única bandera que le quedaba firme: el libre mercado. No es que no lo hayan hecho antes en lo que llevan de Gobierno, sino que lo hicieron sobre el dólar, el elemento que Milei consideraba indispensable para destruir ese “excremento” llamado peso (de paso, otro incumplimiento).
Resulta que el Banco Central, ese que se debía desmontar (enésimo incumplimiento), es ahora el “broker” del Tesoro que interviene para controlar el precio del dólar. Dicho de otra forma: el Estado rompió la lógica del libre mercado para intervenir en el mercado cambiario. Nada más ilógico para una fuerza política que se enorgullece de dejar que el mercado regule los precios.
En apenas un año y nueve meses, el Gobierno fue derribando cada una de las banderas que enarboló con orgullo y agresividad durante la campaña. Pero intervenir y regular al dólar es de “kuka”; los iguala tanto como las sospechas y hechos de corrupción.
Cuánto queda
¿Alcanza entonces con mantener a raya la inflación? La respuesta comenzará a verse hoy, con el resultado electoral en Buenos Aires, esa enorme encuesta de opinión en el distrito con más peso específico del país.
Será el primer testeo real de la salud del Gobierno de Milei, que se aferra al índice inflacionario como quien se lo hace a una rama en un precipicio.
Ocurre que, en los meses que el Gobierno maniobró para controlar el índice de precios, los salarios y las jubilaciones no mejoraron, sino todo lo contrario: terminaron siendo los trabajadores y los jubilados quienes pagaron el ajuste.
Fueron meses de intenso desgaste para quienes apostaron al cambio y para quienes no lo hicieron, un sacrificio como pocas veces se vio en una nación. Y si los resultados que caben esperar son los que se ven, entonces habrá que recalcular. Porque el Gobierno ya avisó, por ejemplo, que no tolera negociaciones salariales por encima del 1%, que no subirá jubilaciones ni erogaciones que atenten contra la “guerra santa” del superávit.
¿Alcanza entonces con el superávit para cubrir al país de los conflictos internos, de los externos, de los errores no forzados y de las visceralidades gubernamentales? La respuesta está en los párrafos anteriores. Milei acaba de bajar la única bandera que mantenía firme y que, entre otros motivos, lo llevó a transformarse en Presidente de los argentinos. Declinó su estirpe de libremercadista y puso al Estado al servicio de la política… de la suya.
El próximo pacto social que intente construir ya no podrá basarse en la lucha contra la casta, ni en la transparencia y la lucha contra la corrupción, ni en la defensa del libre mercado. Esas banderas ya no ondean. Las agotó en menos del cincuenta por ciento del mandato. Solo le queda la lucha contra la inflación.
El horrible “plan elecciones”
El plan de contingencia implementado por el ministro de Economía, Toto Caputo, con el objetivo de estabilizar la situación electoral, está generando efectos no deseados en la economía.
Las políticas de altas tasas de interés, orientadas a controlar la inflación y fortalecer el peso, están provocando un marcado efecto recesivo y debilitando la actividad productiva.
Instituciones financieras internacionales, como JP Morgan, comenzaron a revisar a la baja sus proyecciones de crecimiento del PBI para 2025. Mientras el Gobierno estimaba un crecimiento del 5,5%, los nuevos pronósticos lo ubican en torno al 4,7%, debido a la desaceleración económica del segundo semestre.
Contrario a lo previsto por el discurso oficial, los niveles de ahorro e inversión están retrocediendo. La inversión, que se esperaba alcanzara el 17,3% del PBI, se estima ahora en apenas 16,5%. En tanto, el ahorro bajaría al 14,9% del PBI, frente al 16,8% registrado el año anterior. En agosto, los depósitos bancarios cayeron un 3,6% real, reflejando desconfianza en el sistema financiero.
Al mismo tiempo, se observa un fuerte aumento en la demanda de dólares, especialmente en efectivo, sin que eso implique una mayor dolarización bancaria. Solo un 23% de los dólares adquiridos se canaliza al sistema financiero, mientras que el resto alimenta el fenómeno conocido como “dólares del colchón”. Las cifras actuales recuerdan a los niveles observados durante la crisis de 2019.
En paralelo, el crédito bancario está en retroceso, afectado por tasas muy elevadas y la competencia del Estado por financiarse. El crédito destinado a empresas cayó un 2,3% real en agosto, y los adelantos bancarios disminuyeron un 10,3%. El crédito al consumo también se ve comprometido por una creciente morosidad, que ya alcanza el 5,2%, cifra comparable a la registrada durante la pandemia.
En ese contexto, un relevamiento de Ernst & Young revela que solo el 22% del financiamiento de las empresas proviene hoy del sistema bancario, el nivel más bajo en cinco años. Además, un 65% de las empresas invirtió lo mismo o menos que el año pasado. Sin embargo, persiste un moderado optimismo para 2026: un 76% espera mayores ventas y un 50% proyecta aumentar su inversión.
El Gobierno decidió además eliminar las LEFI (Letras de Liquidez del Banco Central), instrumentos de deuda de corto plazo que ayudaban a controlar la tasa de interés sin generar emisión monetaria. Esta medida fue vista como un cambio significativo en la política económica, ya que el Gobierno pasó de controlar la tasa de interés a controlar directamente la base monetaria. Estas acciones generaron incertidumbre sobre la efectividad del plan económico y su capacidad para estabilizar la economía.
Todo ese escenario está a la vista. Por ello, las empresas consideran que para mejorar el clima de inversión son necesarias medidas estructurales: simplificación tributaria, estímulos fiscales, mayor seguridad jurídica y una reducción del costo financiero.
Sin devoluciones
Entre las muchas cosas que comienzan a ser notorias, además de las descritas, también es evidente que el Gobierno de Milei es un mal pagador. La gobernabilidad que reclaman los libertarios no se traduce en devolución de gentilezas.
Una prueba cabal de ello es que las transferencias no automáticas del Gobierno nacional a las provincias vienen mostrando retrocesos y Misiones fue una de las más perjudicadas.
Según un informe de Politikon Chaco, Misiones fue una de las provincias más perjudicadas en las transferencias no automáticas del Estado nacional. En agosto, recibió apenas $703 millones, lo que representó una caída real interanual del 54,1% y apenas el 0,5% del total distribuido. En términos per cápita, la provincia recibió solo $550 por habitante, muy por debajo del promedio nacional ($3.317) y de distritos como Santa Cruz ($16.471). La distribución fue altamente desigual: CABA concentró el 46,3% de los fondos y Buenos Aires el 29%.
Pese a ese escenario, desde este mes se implementó una medida que busca fortalecer la inversión industrial local: la reducción de la alícuota del pago a cuenta de Ingresos Brutos al 1,5% para contribuyentes industriales bajo el Convenio Multilateral. La medida estará vigente hasta el 31 de diciembre.
En paralelo, hubo datos alentadores. El mercado automotor en la capital misionera mostró un dinamismo superior al registrado en otros niveles. Medidos interanualmente, los patentamientos en Posadas subieron 41,8%, por encima del promedio nacional (32,1%).
En paralelo, Misiones lideró las exportaciones del NEA registrando un crecimiento del 11,6%. Entre los principales destinos se encuentran el Mercosur (US$ 71 millones), el bloque USMCA (US$ 44 millones) y la Unión Europea (US$ 44 millones). Los productos más destacados fueron papel y cartón (US$ 75 millones) y tabaco sin elaborar, que creció 109,2% interanual. En contraste, las exportaciones de té, yerba mate y especias cayeron un 13%.





