Hace 50 años, Charly García y Nito Mestre le dijeron adiós a Sui Generis, uno de los grupos fundamentales de la historia del rock argentino.
Fue ante 25 mil personas que llenaron por dos noches consecutivas el Luna Park en dos apasionados conciertos celebrados el 5 y el 6 de septiembre de 1975.
La despedida, bajo el nombre “Adiós Sui Generis”, quedó registrada en una película dirigida por Bebe Kamin y un disco doble que vendió más de 250 mil copias.

Durante esas dos noches, las veredas que circundan el Luna fueron invadidas por jóvenes que expresaban su rebeldía con camisas floreadas, pantalones “oxford” y cabellos hasta los hombros.
Aunque los organizadores -encabezados por el productor Jorge Alvarez- habían programado una sola función, las once mil localidades vendidas el mes anterior y otras tres mil agregadas después los alentaron a ofrecer otro recital, que también se llevó a cabo a estadio lleno.
García y Mestre se presentaron acompañados por el bajista Rinaldo Rafanelli (que acaba de resucitar al grupo “Color Humano”) y el baterista Juan Rodríguez (ex “Polifemo”).
Alguna crónica de la época llegó a comparar al dúo con Paul Simon y Art Garfunkel y comentaba la sorpresa que provocó la imagen del pianista de frac y galera de lamé blanco, con una orquídea en el pecho y zapatillas de básquet, acompañado por un joven de voz melancólica y apariencia andrógina.
Tras esos shows, Sui Generis emprendió una gira por el interior que quedó inconclusa por un accidente del camión que trasladaba los instrumentos. El último recital se hizo en noviembre del mismo 1975 en Caleta alivia (Santa Cruz) ante apenas un centenar de personas.
Tampoco se grabó un álbum final en estudio, que se iba a llamar “Ha sido” y debió ser instrumental y de aires psicodélicos.

Sui Géneris se impuso como símbolo de una generación desde su nacimiento, cuando los dos jóvenes, flacos y pelilargos compañeros de secundaria en el “Dámaso Centeno” del barrio de Caballito, decidieron hacer un grupo acústico en una época en la que proliferaban las bandas de sonido eléctrico.
Una simple foto de Charly y Nito sentados en la calle contra una pared descolorida fue la tapa del disco debut, “Vida” (1972), un conjunto de baladas ingenuas (entre ellas, la exitosa “Canción para mi muerte”) multiplicadas desde entonces en infinitos fogones.
El siguiente disco, “Confesiones de invierno” (1973), le puso letras más elaboradas a la misma receta sonora y tuvo “hits” como “Rasguña las piedras”, “Mr. Jones” y el tema que da nombre a la placa.
El último trabajo en estudio del dúo, “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” (1974), exhibió una poesía ácida que llamó la atención de la censura, por lo que dos temas (“Botas locas” y “Juan Represión”) tuvieron que ser excluidos de la edición que salió a la venta.
“Instituciones” mostró además a un García interesado en abandonar la balada y experimentar sonidos electrónicos que insinuaban ya la revolución que el compositor haría con La máquina de hacer pájaros, Serú Girán y su trabajo solista. Mestre, en cambio, permaneció en su carrera individual fiel al estilo de Sui Géneris.
Las diferencias no impidieron, sin embargo, que el dúo se reuniera informalmente sobre el escenario en algunas ocasiones desde entonces.








