A muchas personas les sucede: cruzarse con alguien conocido, querer saludarlo y, de pronto, no recordar su nombre. Aunque puede generar incomodidad, especialistas explican que no se trata de simple distracción, sino de cómo funciona la memoria.
El profesor de psicología David Ludden, de Georgia Gwinnett College, señaló en la revista Psychology Today que “la memoria de los nombres propios funciona de manera distinta a la de otros tipos de información”. Según indicó, los nombres carecen de un vínculo lógico con la persona, lo que los hace más difíciles de retener que otros rasgos como la apariencia física o la profesión.

Olvidarse de los nombres: por qué
De acuerdo con la investigación citada, el cerebro suele priorizar la información que considera más relevante en el momento de conocer a alguien. En consecuencia, datos como el nombre de un conocido ocasional quedan relegados y resultan más frágiles en la memoria.
El estudio resalta además que la falta de repetición y asociación es la principal causa del olvido. Para consolidar un nombre, el cerebro necesita reforzar el vínculo entre el rostro y la palabra, ya sea repitiéndolo en voz alta, usándolo en la conversación o asociándolo a una característica distintiva.
Los especialistas aclaran que olvidar un nombre no implica desinterés ni un problema de memoria. Es, simplemente, el resultado del modo en que el cerebro procesa y almacena la información. Comprenderlo puede ayudar a reducir la ansiedad en estas situaciones y a incorporar estrategias para recordarlos mejor en el futuro.






