Más de 20 escuelas de educación especial ubicadas en la zona sur de la provincia se reunieron en el salón Tierra Sin Mal de esta ciudad para participar en la presentación y muestra de un proyecto que trabajan desde abril de este año, centrado en la creación de un poncho que represente a Misiones. Cada escuela presentó su producción en un stand, en formato de exposición, como resultado de un proceso de investigación y trabajo colectivo entre los estudiantes, la escuela y su entorno.
La jornada coincidió con el Día Nacional y Mundial del Folclore, celebrado el 22 de agosto, una fecha que eligieron para resaltar el valor identitario y cultural de la propuesta.
Muestra y presentaciones
Luis Stivala, director del Centro de Educación Especial 2 de Posadas, precisó a PRIMERA EDICIÓN que a la jornada de exposiciones asistieron 23 establecimientos de nivel primario de la modalidad especial ubicados en la zona sur: 19 escuelas, además de un centro y tres instituciones para jóvenes y adultos.
Cada escuela expuso ese día su trabajo de cuatro meses: un poncho diseñado y confeccionado artesanalmente por estudiantes y docentes del segundo ciclo (de cuarto grado en adelante). El objetivo era sintetizar la identidad misionera en esa pieza.
El director contó que el proceso para lograr ese producto final no fue breve ni sencillo. “Cada escuela tuvo que indagar en su zona, hacer un trabajo de investigación y de introspección bibliográfica”, resumió.
Por ese motivo, cada prenda confeccionada cuenta en sí misma una historia de investigación local y trabajo en equipo. “Cada poncho tiene que ver con cómo la comunidad educativa interpretó y volcó en un pedazo de tela lo que le interesó de la provincia y de su región”, definió Stivala.
La fecha de la gran muestra tampoco fue casual: eligieron celebrarla el 22 de agosto, el Día Nacional del Folclore. La muestra contó con una alta convocatoria de las escuelas, y con números artísticos, que acercaron danza y música para completar la efeméride.
Hernán De Azevedo, docente de la Escuela Especial 1 de Posadas, detalló que, luego de esta primera experiencia, “el año que viene buscamos que la actividad se traslade al segundo ciclo de todas las escuelas comunes y especiales de la provincia, porque la idea es elegir un poncho que represente a Misiones”.

Investigar para diseñar
Cada establecimiento investigó su entorno para detectar historias, personajes y elementos que les sirvan de inspiración. Esa información quedó plasmada en una carpeta de campo. En algunos casos, el trabajo incluyó visitas a comunidades mbya guaraní para conocer más sobre materiales y técnicas de confección.
En ese sentido, la búsqueda y lectura de bibliografía y las salidas a campo permitieron a los docentes trabajar la alfabetización a partir de contenidos vinculados con la identidad local.
“Sirvió para no solamente aprender la letra fría de la cosa, sino a través de contenidos específicos, escribir, producir, indagar. Y desde lo local, todo basado en Misiones y nuestra cultura”, precisó Stivala.
Además, permitió integrar contenidos pedagógicos de varias áreas con la producción artística y artesanal.
“Uno dice ‘¿Qué tiene que ver el poncho con la educación?’. Y a partir de un objeto, uno desarrolla un montón de ideas, puede indagar en la historia, en la cultura, la composición social y geográfica de nuestra provincia”, sintetizó Stivala.
Experimentar para confeccionar
Finalizada la etapa de diseño, los estudiantes pusieron manos a la obra para la confección. Entonces hubo lugar para la experimentación artesanal con recursos naturales como hojas y semillas. Armaron las tramas de los ponchos y tintes para colorear las telas.
De Azevedo, que participó en la confección del diseño que presentó su escuela, contó: “Nuestro poncho lo hicimos de lienzo, lo teñimos con yerba, y las guardas las hicimos con yute, que trenzaron los chicos y fue teñido de color rojo con tierra”.
Con la investigación y la carpeta de campo en pleno proceso, el docente explicó que la confección fue a prueba y error: “Probamos varios colores, no solamente con tierra, se hicieron varias pruebas hasta que llegamos a la idea final de teñir el poncho de verde, que ellos consideraban más representativo”.
“Hay guardas que están hechas con hojas de hierba, los teñidos de las telas fueron elaborados con tintes naturales que probaron los chicos hechos con hierbas, tierra colorada, con semillas de diferentes plantas. Así entendieron por qué las guardas y los tejidos son de diferentes maneras y se adentraron en la utilización de plantas y semillas”, completó Stivala.
Una prenda ancestral
En nuestro país, numerosas provincias cuentan con un poncho específico, que forma parte de sus emblemas. Por eso, la elección del poncho tiene que ver con que “es un distintivo, un emblema identitario de cada región, no solo en nuestro país, en Sudamérica”, aseguró Stivali.
En el caso de Misiones, el docente recordó dos antecedentes: el tipoí y el poncho jesuita, existentes en la zona antes de la expulsión de los religiosos. “Es una prenda ancestral que tiene origen en los primeros habitantes de América, que ha perdurado hasta nuestros días y cumple una funcionalidad en la comunidad”, aseveró









