En Misiones rige la política de alcohol cero al volante. Sin embargo, muchísimos conductores, hace caso omiso a las leyes y salen a manejan alcoholizados. Ya ocurrieron siniestros viales con lesionados o muertos, justamente por esto.
Esta vez, un motociclista imprudente tuvo la “suerte” de no provocar un hecho grave en Apóstoles debido a que estaba muy ebrio para conducir, por ende, despistó, se cayó de la moto y quedó tirado a la vera del camino: tenía 4,26 gramos de alcohol por litro de sangre (g/l), “uno de los registros más altos detectados en la zona”, le atribuyó la Policía de Misiones.
El caso ocurrió ayer domingo, alrededor de las 20.25, cuando efectivos de la comisaría Segunda acudieron a un camino rural del paraje La Cachuera, en inmediaciones del Lote 168 y observaron a Rafael Da Silva (27) tendido sobre la banquina junto a un moto Corven 110cc. El joven sufrió un despiste, pero no por un desperfecto o un descuido, sino porque un altísimo nivel etílico, a punto de sufrir coma alcohólico.
Una ambulancia lo trasladó al hospital local, donde se constató que no presentaba lesiones. Sin embargo, el altísimo nivel de alcohol en sangre motivó la inmediata intervención policial y quedó detenido, se informó.
Finalmente, se labró el acta de infracción correspondiente, con retención del rodado y de la licencia de conducir. El encartado quedó a disposición del Juzgado de Paz de esta circunscripción.
Casi coma alcohólico
(*Con datos de sitios especializados en salud)
El coma etílico se produce después de una ingesta masiva de alcohol etílico, esto provoca que el consumidor atraviese por diferentes fases para llegar al estado de gravedad e incluso la muerte si no se atiende:
Arranca con la fase de euforia, donde la tasa de alcohol en sangre llega a los 0,5 gramos por litro (g/L). Después, la fase de intoxicación, donde el cerebro empieza a fallar en la coordinación de movimientos, lo cual es causa de caídas y lesiones.
Luego, la fase de confusión: la tasa de alcoholemia llega a los 2g/L, el cerebro se ve realmente afectado y es incapaz de permanecer alerta. La persona presenta somnolencia y dificultad para hablar y comprender. Le sigue la fase anestésica: a los 3g/L de alcohol en sangre el cerebro empieza a perder el control sobre el organismo, muchas veces puede llegar a perder la conciencia y el control de los esfínteres.
Por último, llega la fase de shock o coma etílico: la tasa de alcoholemia llega a 5 g/L y el cerebro pierde totalmente el control de la respiración y el corazón. Llegados a este punto es imprescindible la asistencia sanitaria, ya que si se alarga este estado las probabilidades de sobrevivir sin daño cerebral disminuyen dramáticamente





