Cada vez más mujeres, de edades y profesiones diversas, deciden dedicarse al oficio de la estética, específicamente de la manicuría. El rubro creció considerablemente en los últimos años, al igual que las propuestas de formación, y Fabiana Ríos, esteticista e instructora, dialogó con PRIMERA EDICIÓN sobre estas transformaciones, su impacto en el empleo y la salud.
Alta demanda
Ríos comentó que “el mundo de la estética en el último tiempo creció un montón y hoy muchas chicas se dedican a esto”.
Ríos se desempeña como instructora en una maestría de manicuría (de 24 meses) y ejerció esa misma función en una capacitación introductoria de 6 meses, que sirve de aproximación a diversas ramas de la estética.
En ambos casos, mencionó que “la demanda después de la pandemia creció muchísimo” y que se acercan a cursar sobre todo mujeres, de edades y formaciones muy diversas. “Así como hay chicas adolescentes, a partir de los 15 años, hay de 20 años y también señoras ya de la tercera edad”, contó.
Sobre sus motivaciones, indicó que se inscriben “para hacer algo en su tiempo extra” y al mismo tiempo generar ingresos o cambiar de trabajo. “Van maestras, policías, también mujeres que trabajan en mayoristas y supermercados. Quieren tener otra salida laboral o directamente cambiar de rubro, es decir, van pura y exclusivamente porque quieren dedicarse de lleno a la estética”, precisó Ríos.
Además, pocas llegan sin conocimientos previos. “Muchas aprenden por videos en YouTube o TikTok, empiezan de esa manera, pero después empiezan a aparecer las dudas, porque un video sacado de Internet no es lo mismo que una clase, ahí te enseñan resumiendo”, dijo la cosmiatra.
“Yo también he mirado videos cuando empecé a estudiar, pero es fundamental que se capaciten, ya que al no saber manipular ciertos productos o herramientas podemos generar infinidad de problemas en la salud”, aseveró.

Capacitación profesional
Producto de la alta demanda del oficio, también se multiplicaron los cursos de formación y Ríos recordó que el ejercicio en el campo de la estética “siempre requiere de mucha práctica, lo más importante que pueden ofrecer los cursos extendidos de estética”.
En esa línea, la esteticista contrapuso las propuestas de formación extendida (a partir de los 3 o 6 meses, dependiendo de la especialidad) con cursos de corta duración (de uno o dos encuentros) que, a su criterio, no aportan la formación suficiente para el desempeño profesional en la estética.
“Muchas veces las chicas no quieren hacer o pagar los cursos largos. Entonces si están dando una capacitación de uno a dos días, eligen esa. Si recién arrancan, cuando no estás sabiendo nada, con esa capacitación de un día ¿qué aprendés? Muy poco”, afirmó la instructora. Y consideró que las propuestas cortas están diseñadas para esteticistas que cuentan con una experiencia de base y desean especializarse en alguna técnica específica.
En manicuría, Ríos puntualizó que las técnicas más demandadas hoy son esmaltado semipermanente, extensiones en soft gel y capping. “Las extensiones en soft es lo más demandado, principalmente porque deja la uña con un acabado natural, la protege y no hay que lidiar, por ejemplo, con un producto complicado para nivelar y pulir”, explicó Ríos.
“El capping es un servicio que acompaña el crecimiento de la uña natural. Lo que hace es reforzar la uña que está debilitada, que tiene estrías. Sirve para ayudar al crecimiento, para que llegue a su largo esperado por la clienta y no se quiebre, se rompa o astille”, precisó.
Ambas técnicas predominan como las más elegidas por su accesibilidad en términos de costo y tiempo. “Es más rápido tanto para la clienta como para el profesional, y en cuanto al precio es más económico porque una extensión en gel o acrílico es más costosa, sobre todo porque los productos ahora se fueron a las nubes”, aseguró.
Riesgos para la salud
Ríos agregó que en todas las capacitaciones “por más cortas que sean, hay que hablar de lo que es el cuidado del cuerpo humano”, y advirtió sobre los riesgos por alergias, productos que no cuentan con avales requeridos y técnicas mal realizadas, que pueden derivar en perjuicios importantes para la salud de la clientela.
“Varias alumnas realizaban su trabajo sin formarse y después de una mala experiencia vinieron a estudiar”, relató. En estética, Ríos aseguró que “tiene mucho que ver cómo trabaja el profesional”.
“Hay muchas chicas que no aprenden bien lo que es el preparado inicial de las manos o pies antes de realizar el servicio, principalmente el trabajo con el torno o con las limas”, completó.
“Un mal uso del torno genera un debilitamiento de la capa ungueal, un ‘aro de fuego’ como primera patología. Después vienen otras complicaciones, dolor intenso en la capa ungueal que luego baja como una infección grande, que genera dolor incluso de la mano entera”, ejemplificó.










