El Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Judicial condenó ayer, de manera unánime, a 16 años de prisión efectiva a un empleado de Garuhapé denunciado hace cuatro años por su expareja de haber abusado sexualmente de su hijo de 11 años y en reiteradas ocasiones.
Tras dos audiencias de debate oral, martes y ayer, en la sala de la calle San Martín casi 25 de Mayo en el centro posadeño, César Antonio Yaya, presidente y los vocales Marcela Alejandra Leiva (subrogante y jueza Correccional y Menores 1) y Augusto Gregorio Busse, coincidieron en el monto de pena y la calificación en la dirección que solicitó el fiscal Vladimir Glinka: 16 años de cárcel por “abuso sexual simple calificado por el vínculo, al menos dos hechos, y abuso sexual gravemente ultrajante por las circunstancias de su realización, un hecho, todo en concurso real”.
La causa se inició en agosto de 2021 cuando la madre de la víctima denunció a su expareja de haberlo sometido a actos contra su integridad sexual.
De acuerdo a las fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, los hechos se debatieron en el juicio oral no de acceso público por el tipo delito que se acusaba e incluyeron a profesionales de la salud integral que asistieron al niño de 11 años quien, entre abril y julio de 2021, fue abusado sexualmente por su padre en su casa cuando debía cuidarlo de acuerdo al régimen que mantenían acordado con la progenitora.
En casa de la abuela también
Las instancias y lugares de los abusos, cuyos detalles mayores este medio se reserva para preservar la identidad e integridad del menor, se repitieron durante cuatro meses y quedaron registradas las descripciones por el relato en Cámara Gesell, oportunamente solicitado por el juez de Instrucción de Puerto Rico, Leonardo Manuel Balanda Gómez y el fiscal respectivo, Héctor Simon.
Los abusos comenzaron con manoseos y se agravaron, aún más, hasta llegar a los actos ultrajantes de la genitalidad del niño. Todo quedó detallado durante el alegato de ayer brindado por el fiscal Vladimir Glinka y fue convincente tomando en cuenta la decisión de los tres integrantes del Tribunal.
El relato de sufrimiento de la víctima en Cámara Gesell remarcó que en la casa de su abuela paterna sufrió los ultrajes en el baño y durante cada noche que allí pasó en manos de quien debía resguardarlo, no violarlo.
También se señaló que el victimario bebía alcohol en exceso y esto lo transformaba en una persona violenta en todo aspecto.
Entre los testigos también se resaltaron las voces de los familiares directos, principalmente de la madre, pero determinantes fueron las conclusiones de las profesionales de la salud mental que asistieron a la víctima para tomarle el relato y que sostuvieron que el menor no fabuló, ni fue inducido a mentir lo sucedido.
El expediente con las mismas calificaciones fue elevado el año pasado por el juez Balanda Gómez, quien mantuvo bajo prisión preventiva al encartado y con cada paso de instrucción avalado por la Cámara de Apelaciones y de Menores.
El acusado de 51 años llegó al debate privado de la libertad y, ya condenado, retornó al pabellón de la colonia penal VII del Servicio Penitenciario Provincial en Puerto Rico.





