La despedida de Daniel Rabinovich, fallecido el 21 de agosto de 2015 víctima de una dolencia cardíaca, significó un grave golpe para Les Luthiers, porque él era no sólo uno de sus dos puntales junto a Marcos Mundstock (quien perdería la vida cinco años más tarde), sino porque, con una gracia particular, el personaje que solía encarnar lograba un sincero vínculo con la platea.
Si no era “el tonto” era por lo menos el tiro al aire que siempre entendía lo que quería en sus disfrutables diálogos con Mundstock y era capaz de extraer las más sonoras carcajadas con réplicas simples, infantiloides, que en otras bocas no causarían el mismo efecto.
El liderazgo de la dupla en el grupo humorístico se fue asentando con los años; Mundstock y Rabinovich eran “el arco y el violín”, como alguna vez se dijo de Stan Laurel y Oliver Hardy, con el terceto restante -Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés- en un dignísimo segundo plano.
Efectivo, sí, en determinados números de relleno en los que suelen mostrar sobre todo sus genialidades con los instrumentos, formales e informales, pero siempre en papeles de apoyo en cuanto a las intervenciones habladas.
Nacido en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1943, su llegada a Les Luthiers se produjo en 1965 en San Miguel de Tucumán, antes que ese equipo fuera tal, cuando un puñado de universitarios (él era licenciado en Derecho y escribano público) presentó un espectáculo de humor dentro de un festival de coros.
Su novedad era la inclusión de los llamados “instrumentos informales”, con los que habían creado una parodia de concierto ideada por el estudiante de arquitectura Gerardo Masana –muerto prematuramente en 1973- que causó sensación. Así se formó I Musicisti, versión jocosa del conjunto italiano I Musici.









