A las 7.30 de hoy se cumplió la primera semana de la masacre a machetazos en el barrio San Lorenzo, protagonizada por un obrero de la construcción que, hasta el momento nada indica lo contrario, mató a sus dos hijos de 21 y 13 años, atacó a su esposa y cuñado y se colgó con un cable atado al cuello y a una escalera.
José Ricardo Ferreyra tenía 47 años y es el apuntado como autor y suicida del dramático episodio, de los más que generó mayor conmoción en la provincia durante los últimos años.
Vieira y su hermano Hugo Ríos, de 43 años y con discapacidad, sobrevivieron de milagro a los machetazos. Mariano fue encontrado prácticamente decapitado y la niña a su lado en la sala principal de la vivienda de las calles 176 A y 57 en el sur posadeño a pocos metros de la avenida Cabo de Hornos y el puente sobre el arroyo Zaimán.
Siete días después de su ingreso a la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del Hospital Ramón Madariaga, Paola Vieira continúa en grave estado, con múltiples traumatismos y cortes que le impiden una evolución como fue prevista de cuatro a cinco días. Hasta anoche el pronóstico seguía reservado. Vale agregar que está embarazada de doce semanas y el cuadro preocupa a los médicos.

El estado de shock se mantiene y hay temor por las secuelas cognitivas de la golpiza que recibió en el cráneo.
Hugo Ríos en tanto, mejoró de las lesiones de arma blanca y fue trasladado a una sala intermedia en el Hospital de Fátima. El hermano de Paola Vieira padece de discapacidad motriz que lo obligaba a estar postrado en una cama la mayor parte del día, remarcaron las fuentes contactadas por PRIMERA EDICIÓN.
Se aguarda que Vieira evolucione y pueda declarar para cerrar lo que hasta el momento se entiende como un ataque múltiple ejecutado por su esposo quien ya había manifestado ataque de celos y reclamos que pusieron en jaque el matrimonio.
La masacre fue descubierta el lunes de la semana pasada cuando Julia, una hermana de José Ferreyra, fue quien alertó su temor por algo malo adentro de la vivienda. Lo hizo a las 7.30 al Centro Integral de Operaciones 911 (CIO-911) de la Policía provincial y con la asistencia de efectivos de la Unidad Regional X se logró ingresar al inmueble.
Allí encontraron sangre en varios puntos de la casa, huellas de arrastre color escarlata y que corresponderían a los cuerpos de los dos hijos de Ferreyra y Vieira, Mariano y Evelyn.
Las dos víctimas fatales yacían junto a su madre agonizante en la sala principal de la amplia vivienda de mampostería. Enfrente, como el cierre de un ritual inexplicable, pendía de una escalera José Ferreyra.

Apenas los uniformados comprobaron que tenía pulso y respiraba Vieira, se inició el plan de contingencia para que una ambulancia la rescate. Segundos después hallaron en su cama y en idéntica situación a Hugo Ríos.
La consternación generada y la gravedad del hallazgo fue tanta que hasta Sandro Alberto Martínez y Marcos David López Asencio, jefe y subjefe, de la Policía provincial se presentaron en el lugar de inmediato.
Lo mismo ocurrió con los funcionarios judiciales de turno en agosto: el juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor, y el fiscal respectivo, René Germán Casals. Ambos llegaron al cruce de calles mencionado y aguardaron junto a los policías la llegada de la primera ambulancia para socorrer a Paula Vieira. Habría demorado cincuenta minutos. Media hora después de la primera unidad que trasladó a la mujer, arribaron dos ambulancias más y en una de ellas fue llevado Ríos.









