Aunque no exista una fecha oficial establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o por la UNESCO, y a pesar de que en algunos países tienen su propia efeméride nacional (como el caso de la Argentina, el 18 de septiembre en honor al natalicio de Florentino Ameghino, en 1854), los usos y costumbres marcan que este lunes, como cada 18 de julio, se conmemora el Día Internacional de la Arqueología, impulsado desde España y luego extendido al resto del mundo.
Siguiendo la tradición medieval de los Santos Patrones ligados a los oficios y gremios, la Plataforma Estatal de Profesionales de Arqueología del mencionado país (PEPA), fijó la fecha conmemorativa en el día de su patrona Santa Elena, emperatriz romana (siglo III) y madre de Constantino I.
La relación que se estableció entre Helena y la arqueología es que a ella se le atribuye, de forma tradicional y anecdótica, la primera “excavación” en busca de objetos antiguos, en este caso para encontrar la Vera Cruz en Jerusalén.

Pero además, coincidentemente, supone un homenaje al arqueólogo sirio Khaled Al-Asaad, quien el 18 de agosto de 2015 puso de manifiesto su compromiso con el patrimonio frente a la barbarie, por encima de su propia vida: ese día, quien fuera director del Sitio Arqueológico y del Museo de Palmira entre 1963 y 2003 fue secuestrado, torturado y finalmente ejecutado, por negarse a revelar dónde se encontraban las piezas arqueológicas más importantes de su país, que había logrado poner a salvo in extremis junto a otros miembros de su familia y colaboradores durante la guerra en ese país
Una gran parte del patrimonio sirio fue destruido y otras muchas piezas terminaron en el mercado negro. Khaled al Asaad luchó hasta el final no solo por proteger la herencia cultural de su pueblo o el sitio arqueológico al que entregó su vida personal y profesional: Luchó por salvaguardar un patrimonio y una herencia cultural que es de todos y a él se le reconoce un papel esencial en la declaración de las ruinas de Palmira como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1980.

Así, la fecha se convierte también en homenaje a otros tantos profesionales del patrimonio que han sufrido similares circunstancias.









