La producción de ladrillos artesanales atraviesa una de sus peores crisis, advirtió Juan Acosta, presidente de la Asociación de Oleros y Afectados por la Represa Binacional Yacyreta (ADOYA PREBYA), quien remarcó que “la situación de los oleros está horrible”.
La caída en la actividad se debe a diferentes motivos, entre los cuales se encuentran la falta de materia prima por el alto de los aserraderos, su alto costo y la falta de terrenos acordes para continuar con la producción.
“La situación de los oleros está horrible”, expresó Acosta en diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones. A la vez que, señaló la baja estacional por el invierno es un factor que influye bastante en las ventas.
Acosta sostuvo que también falta materia prima, como aserrín, viruta y leña porque “los aserraderos en Posadas dejaron de funcionar en un 60 o 70%. Para conseguir esos insumos hay que ir hasta Santa Ana o San Ignacio, pero el costo del flete lo encarece todo”.
El referente misionero dijo que, a diferencia del ladrillo hueco muy vendido entre los clientes misioneros, “el artesanal es más firme y resistente para instalaciones eléctricas o de plomería”, pero se vende cada vez menos. “Hoy, el ladrillo en el horno está a 120 pesos, más 30.000 de flete, estás pagando 150.000 pesos por mil ladrillos en tu casa”, detalló.
Otro de los grandes problemas es la falta de un espacio productivo por la creciente urbanización de la zona del Porvenir 2 en Posadas. En principio, fue destinada exclusivamente a la olería pero que se fue poblando con el paso de los años; y en la actualidad son “los propios vecinos lo que no te dejan quemar”, indicó Acosta.
Descenso de oleros en actividad
Acosta también hizo referencia a que de los “496 registrados en censos anteriores, hoy solo el 30% sigue en actividad”. Mientras que “el resto quedó sin tierra o falleció esperando una respuesta de la EBY (Entidad Binacional Yacyretá)”, lamentó.
El titular de la asociación detalló que los oleros que siguen en el rubro realizan un esfuerzo enorme para subsistir: “Haciendo 1.000 ladrillos por día, que es lo mínimo, podés ganar 50.000 pesos como patrón, vendiendo a 120 y pagando al personal”. Sin embargo, recordó que es un sacrificio importante porque “el olero no tiene día ni hora”, concluyó uno de los principales referentes de un sector que apenas se mantiene de pie.




