San Cayetano concentró el jueves las esperanzas de quienes fueron a pedir por paz, pan y trabajo. La lluvia impidió que la presencia de fieles fuera multitudinaria como en otras ocasiones, pero las muestras de devoción se sucedieron continua y constantemente desde la misma apertura del templo del barrio Yacyretá, mucho antes de amanecer. Rostros preocupados, con pedidos concretos y otros, más aliviados, de agradecimiento, fue la imagen que se repitió frente a la estatua, coronada de flores blancas y amarillas, situada a la entrada del templo.
En las celebraciones que se repitieron cada hora y media, los mensajes fueron “críticos, porque la situación que se vive es crítica para mucha gente que no la está pasando bien económicamente”, señaló el párroco, Ángel Rojas. “La plata no alcanza, el salario está muy caído, los costos son muy altos a pesar que hay una baja de la inflación. Lo cierto es que el poder adquisitivo del trabajador es muy bajo comparando con el costo de los productos. Eso no disminuye, por lo que veo, la actitud de esperanza de la gente, la voluntad del pueblo de caminar, haciendo todo el esfuerzo, apostando al ingenio, para que lo que la plata no alcanza, los supla la creatividad y el esfuerzo para salir adelante”, indicó. Desde su lugar, instó a “seguir rogando” y dijo que la iglesia recuerda “la centralidad del trabajo en la vida económico-social de nuestro pueblo porque sin trabajo no hay dignidad, no hay bienestar, no hay paz”.
A su entender, durante la jornada del jueves los peregrinos “vinieron a buscar una palabra, una oración, una bendición, a buscar esperanza. La tiene en su corazón, pero viene a buscar lo que le fortalezca, lo que le consuele, lo que le anime a seguir caminando, porque nos encontramos con mucha gente que está desanimada, está angustiada, porque ve que el tema laboral le cuesta cada vez más, cuesta más ingresar a ese mundo. Es también parte de lo que vivimos”. Reconoció que la tecnología es algo bueno, “pero hace que mucha gente quede sin trabajo porque ahora una máquina hace lo que hacían diez personas o más. Eso también influye, y no tiene un retroceso. En todo caso desafía al Estado, a la sociedad, a todos, a pensar respuestas a situaciones nuevas porque la vida continúa y es necesario saber qué hacer con la gente que necesita trabajar, porque sin trabajo no hay recursos”.
En la misa por los educadores el sacerdote manifestó “una gran gratitud por la educación, especialmente en nuestra provincia y en nuestra ciudad. Y a la vez pedir la intercesión de San Cayetano ante tantas situaciones, a veces complicadas, difíciles, que atraviesa el mundo de la educación. Pedimos que haya un real reconocimiento a la enorme tarea que realizan tantos docentes en nuestra patria, que ese reconocimiento se traduzca también en la dignidad de los salarios, que a veces están por debajo de las necesidades que tiene una familia”.

Algo novedoso
La bendición de las motocicletas, en plena siesta, fue un acto novedoso y un momento emocionante. El padre Rojas, dijo que “lo pensamos así porque actualmente la motocicleta es mucho más que un vehículo de transporte, es un medio de trabajo para mucha gente. El que se moviliza en moto está expuesto al riesgo permanente en la calle. Ciertamente también es un mensaje para el motociclista que tiene que poner la mayor atención y cuidado porque también de él depende disminuir los riesgos”.
Aseguró que “tenemos mucho por educarnos en el uso en las calles, en las rutas. Motociclista, ciclista, peatón, automovilista, tenemos que mejorar en el respeto y en aprender las normas de tránsito porque muchos se largan sin conocer, exponiéndose a graves riesgos, por pasar por donde no debía o cruzar en rojo porque no venía nadie”. Entre quienes esperaban ser rociados con agua bendita, Tamara contó que “vine a bendecir mi moto porque la utilizo para ir a trabajar, además siempre viajo con mi hija y quiero que Dios siempre nos proteja. San Cayetano es especial. Pedí que nunca me falte el trabajo y que bendiga mi hogar, que a ninguno de mi familia nunca le falte trabajo ni pan”.
“Vine a bendecir la moto porque es un medio de movilidad y de disfrute. La bendición nunca está de más. Es una manera de acercarme y de estar protegido”, dijo Roberto Domingo. San Cayetano “es parte de nuestra cultura y quien tiene un poco de fe siempre viene a pedir. El que no tiene trabajo, para conseguirlo y, el que lo tiene, para preservarlo y en forma digna. Tener trabajo significa que podés llevar el pan a tu casa. Eso es mucho pedir, de acuerdo a como cambiaron los tiempos”, acotó.
Casco en mano, camino a su trabajo, Gastón ingresó al predio de la parroquia para sumarse a sus colegas y recibir la bendición. “Siempre me encomiendo a Dios al salir de casa, pero que la moto esté bendecida me da seguridad”.





