El conflicto de los vecinos de la Chacra 32-33, de Posadas, con los puesteros ubicados sobre la vereda de la avenida Andresito, entre Lavalle y Francisco de Haro, data de la década del ‘90 pero se intensificó en los últimos tiempos debido a la alteración de las normas de convivencia.
“Somos una comunidad de adultos mayores en su mayoría y queremos que antes de morir nos permitan caminar por nuestra vereda”, disparó una vecina, a modo de graficar la gravedad de la situación que año a año fue sumando puntos en contra de quienes ocupan puestos comerciales en la zona, imposibilitando por completo el uso del espacio público y avanzando con construcciones sobre espacios verdes administrados por los vecinos.
Daniel relató que en los primeros tiempos eran vendedores ambulantes, luego hicieron mostradores de madera y, más tarde, se instalaron de forma permanente con casillas de metal. “Hicimos miles de notas, pero hay una puntual, de 2003, donde nos quejábamos del puesto 27 que tapó un paso peatonal bastante ancho, y eso sigue igual. Hay otra cuando intentaron derribar un muro estructural para hacer sus ampliaciones. Si bien se hizo una denuncia y se detuvo a tiempo, eso generó serias fisuras en el edificio 50 y los frentistas tuvieron que aportar para hacer un ajuste en las columnas”, relató, aclarando que siempre priorizó el camino del diálogo, pero “ya nos estamos enfermando”.

A Catalina le preocupa que “no tenemos un ingreso al barrio para casos de emergencia. Había una callecita para que entre la ambulancia o bomberos, pero lo taparon con un kiosko. Si una persona se enferma y debe salir en camilla, es imposible. Hace poco nos pasó con una vecina que falleció y no tenían cómo sacarla. En los ‘atajos’ nos quedan 50 centímetros para pasar y cuando vengo con bolsos del negocio, se me complica”, aseguró.
Para evitar pasar por el medio de los puestos, “hicimos un camino alternativo en diagonal, por medio del jardín, pero también nos tapan. Y la fila del cajero se orienta hacia ese caminito porque los usuarios no pueden usar la vereda”, agregó.
Elena contó que, por el tema de la convivencia, “tenemos varias denuncias policiales porque esta es una comunidad de adultos que vinieron a vivir aquí hace 40 años y me parece que hay que respetarla un poquito. Largan los chicos a los pasillos y somos el pelotero: trepan a las rejas, rompen las barandas, las plantas, bajan las perillas del tablero, estamos hartos”.

Manifestó que los más nuevos “ya no nos reconocen como vecinos. Al comienzo éramos tolerantes y ahora somos los que molestamos cuando somos los propietarios, pagamos las cuotas. Tenemos derecho a utilizar la vereda”.
Aseguraron que “no estamos en desacuerdo con el trabajo, más aún con esta situación, pero si vamos a esperar que la economía esté bien para que esto se solucione, nunca va a ocurrir. Queremos morir viviendo tranquilos y disfrutando de nuestros espacios verdes. Los domingos por la tarde tampoco podés bajar a tomar un mate, porque están las 24 horas, los 365 días del año”.
“No estamos en contra de ellos”, insisten, planteando que se traslade a los puesteros a una feria, “placita” o “saladita”, como se hizo en otros puntos de Posadas.
“Esto será un cambio que nos beneficiará como propietarios, que también tenemos derecho a la vida privada, de acceder a la propiedad en libertad, con tranquilidad, vivir en paz. Y a ellos le va a mejorar la calidad laboral porque trabajan en condiciones infrahumanas con los calores, sin agua, sin baños”, aseveraron.





