El Centro Modelo de Equinoterapia de Misiones funciona desde 2020 en su actual predio, ubicado sobre la ruta nacional 105. Allí asisten 23 pacientes que cada semana se encuentran con un compañero guía, su caballo, para una sesión terapéutica que es mucho más que un tratamiento: es la renovación de un vínculo de afecto con un equipo de profesionales y ese guía que une historias en este centro.
Carolina Allarague, directora del Centro Modelo y profesional de equitación, aseguró en diálogo con PRIMERA EDICIÓN que “trabajar con caballos te transforma, te hace mejor persona”.
“Tener un caballo y que pueda ayudar a tantas personas que se acercan buscando lo que ofrecemos en este lugar es maravilloso. Ellos lo hacen posible”, resumió.

Pacientes y caballos
El Centro Modelo de Equinoterapia actualmente trabaja con 23 pacientes, el cupo máximo que pueden ofrecer debido a que cada persona trabaja con un caballo propio para fortalecer el vínculo. La lista de espera de nuevos pacientes es larga, pero algunas obras en ejecución apuntan a ampliar la capacidad del espacio.
Las sesiones se desarrollan durante la mañana, hasta las 10.30, y tienen una duración que varía entre los 40 y 60 minutos. Matías, uno de los acompañantes terapéuticos del centro, explicó que se desarrollan en tres etapas, con tareas que son muy similares, pero dependen de los aspectos y las motivaciones que se quieran trabajar. “En el inicio el paciente saluda a su caballo, empieza la higiene, el cepillado, comprobar que se encuentra bien de salud y ponerle su montura, que incluye varios elementos. Se hace una entrada en calor del paciente y la segunda parte es la monta”, indicó Matías. El último es un momento de relajación, “para que los pacientes se vayan conectados con ese vínculo que tienen con los caballos”, completó Allarague.
Para la directora, la equinoterapia es mucho más que una terapia alternativa, es complementaria, ya que “se suma a todas las terapias convencionales, en su mayoría en espacios cerrados”. En ese sentido, marcó la diferencia de trabajar en un entorno como el del centro provincial: “Ver un caballo y toda esta naturaleza hace que lleguen de otra manera”.
En ese momento se encuentran “con alguien a quien ellos tienen que atender, no son ellos los atendidos”, contó la directora, y esa operación es la que -en sus palabras- revierte la historia; “se sienten útiles, es lo que queremos, que el impacto trascienda este lugar y contribuya a que se desenvuelvan en la sociedad”.

Cuadros y evolución
Los pacientes que asisten semanalmente al Centro Modelo tienen diagnósticos dentro del espectro autista, síndrome de Down, parálisis cerebral y algunas enfermedades poco frecuentes. Cada sesión es planificada de acuerdo a la complejidad y necesidades de cada uno de esos cuadros.
Sobre la evolución, Allarague la definió como “increíble”, “no hemos tenido nunca un paciente que no haya evolucionado viniendo a equinoterapia”, aseveró Allarague. Y destacó que las familias también forman parte de un tratamiento que es al mismo tiempo una historia compartida.
“Siempre decimos que donde hay una persona con discapacidad, hay una familia con discapacidad, porque la dinámica es diferente, las necesidades son otras”, afirmó. Por ese motivo, el centro también ofrece propuestas mensuales o quincenales para el resto del grupo familiar: actividades artísticas, talleres, huerta y tareas solidarias de tejido para confeccionar mantas que se entregan al hospital,

Interdisciplina
El arduo proceso de atención y seguimiento que se realiza en el Centro Modelo involucra a varias áreas: salud, educación y ecuestre. En ese equipo de contención, no dudan en reconocer que el integrante estrella es el caballo, su principal agente de salud.
En el centro trabajan especialistas en equitación –que se encargan del adiestramiento de los potrillos recién llegados-, psicólogas, ayudantes terapéuticos, asistentes de pista y de caballerizas, docentes de educación física, veterinarios. La lista es extensa porque el desarrollo de las sesiones cada día es un desafío y un compromiso colectivo.
El impacto de esa impronta interdisciplinaria se hace notorio en la evolución de cada paciente. “Los procesos se dan mucho más rápido (respecto a terapias convencionales). Toda esa gama de terapeutas accionando sobre una persona potencia todo lo que queremos facilitar, sobre todo los beneficios del caballo”, aseguró Allarague.
Jeremías, que ayer por la mañana asistió a su sesión semanal con su compañero Pomelo, es testimonio de ello: llegó al centro con un diagnóstico de autismo a una edad muy temprana. Tenía dos años y no había desarrollado el habla, pero la equinoterapia transformó su historia: entró saludando fuerte y claro a todo el equipo, que cariñosamente lo llama Jere, se acercó para acariciar a Pomelo, pidió su casco y emprendió su aventura diaria.

Pasantías y otros proyectos
El equipo del Centro Modelo también incluye a visitantes esporádicos, como pasantes de la Universidad Gastón Dachary y del Liceo Almirante Storni que por estos días atraviesan una etapa de formación complementaria única.
Allarague remarcó la importancia de estas prácticas para ampliar el panorama del ejercicio profesional fuera del consultorio, sobre todo para especialidades como psicología, kinesiología y educación.
Además, en el Centro Modelo ofrecen psicoterapia asistida con caballos que no se montan pero que dejan un gran impacto en sus pacientes. En este caso trabajan en sesiones grupales con familiares, infancias y adolescentes de hogares de día, siempre con el objetivo de “ayudar a personas en situación de vulnerabilidad y a las familias con discapacidades”, valoró Allarague.





