El gobierno de Estados Unidos anunció este miércoles que aplicará un arancel del 10% sobre las exportaciones argentinas, en el marco de la política de aranceles recíprocos impulsada por el presidente Donald Trump. La medida, que comenzará a regir en una semana, representa un revés para la administración de Javier Milei, que buscaba excepciones para productos clave del comercio bilateral.
La Casa Blanca informó que la Argentina no figura entre los países más castigados —que deberán afrontar tarifas de hasta el 50%—, pero tampoco logró quedar exceptuada del nuevo esquema, como pretendía la Cancillería. El gobierno norteamericano explicó que todos los países no mencionados específicamente en el listado quedarán sujetos a una tarifa ad valorem adicional del 10%, según la Orden Ejecutiva 14257.
La noticia llegó tras semanas de negociaciones entre Buenos Aires y Washington. El canciller argentino, Gerardo Werthein, y el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, habían mantenido reuniones para intentar limitar el impacto sobre sectores sensibles, como el acero y el aluminio, pero no lograron el aval de la administración Trump.
En un comunicado, el presidente estadounidense argumentó que la decisión apunta a corregir los desequilibrios comerciales y a “alinear a los socios con los Estados Unidos en materia económica y de seguridad nacional”. Trump remarcó que algunos países, “a pesar de haber participado en negociaciones”, no ofrecieron compromisos suficientes para evitar las tarifas.
Entre los países más afectados figuran Brasil, que pasará a pagar un arancel del 50% sobre la mayoría de sus productos (aunque con excepciones en petróleo y aviación), Canadá (con subas al 35% para productos fuera del T-MEC), Suiza (39%), Siria (41%) y varios países de la Unión Europea, además de Venezuela, Ecuador, Corea del Sur, Israel, Japón y Sudáfrica, entre otros.
En el caso argentino, el impacto inmediato será un encarecimiento de las exportaciones hacia el mercado estadounidense, lo que podría afectar la competitividad de varios rubros. Sin embargo, el Gobierno considera que el vínculo político entre Milei y Trump sigue intacto y confía en que futuras rondas de negociación puedan reducir el alcance de las medidas.
“Esta decisión no cambia el rumbo de nuestra política exterior, que sigue alineada con los valores de libertad económica y seguridad compartida con Estados Unidos”, señalaron desde el entorno presidencial.






