Un nuevo objeto espacial detectado en julio de este año, bautizado 3I/ATLAS, puso en alerta a parte de la comunidad científica y alimentó teorías que parecen sacadas de la ciencia ficción. La razón: su velocidad, origen interestelar y trayectoria inusual generaron especulaciones sobre una posible tecnología alienígena.
El debate se encendió cuando el astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard -conocido por sus polémicas teorías sobre inteligencia extraterrestre- publicó junto a los investigadores Adam Hibberd y Adam Crowl un estudio que plantea una hipótesis llamativa: 3I/ATLAS podría ser una nave alienígena, incluso con fines hostiles.

Según el artículo, el objeto viaja a más de 210.000 km/h y no proviene del sistema solar. Sus autores destacan que su recorrido pasará cerca de planetas como Venus, Marte y Júpiter, lo cual —sugieren— podría ser aprovechado por una inteligencia avanzada para desplegar dispositivos de observación o realizar maniobras encubiertas. Además, indican que en noviembre de 2025, al pasar detrás del Sol desde la perspectiva terrestre, el objeto podría ocultar sus movimientos.
La hipótesis está en línea con la llamada Teoría del Bosque Oscuro, una propuesta dentro de la astrobiología que sostiene que civilizaciones extraterrestres se ocultan deliberadamente para no ser detectadas, temiendo ataques de otras especies inteligentes. En ese marco, 3I/ATLAS podría ser una sonda encubierta que busca permanecer inadvertida hasta llegar a una posición estratégica.
La comunidad científica pide cautela
No obstante, la mayoría de los astrónomos se muestran escépticos ante esta teoría. Desde distintos centros de investigación, insisten en que se trata de un cometa común, expulsado desde otro sistema estelar, como ya ha ocurrido con otros objetos similares en el pasado.
La astrónoma Samantha Lawler fue tajante: “Todas las evidencias apuntan a que es un cometa interestelar. No hay ningún indicio concreto de tecnología o intención”. Chris Lintott, de la Universidad de Oxford, calificó la idea como “una tontería con patas” y criticó que este tipo de afirmaciones desvían la atención de la ciencia seria.
Incluso el propio Loeb, aunque defiende que la especulación científica puede abrir nuevos caminos, admitió que “la explicación más probable es que se trate de un cometa natural”.






