La incidencia de la hepatitis ronda apenas el 1% en Argentina pero, como la mayoría de los tipos de hepatitis se desarrolla como una enfermedad silenciosa, cuando “habla” la persona ya tiene daños irreversibles. Hay vacunas contra la hepatitis A y B y ambas están en el calendario nacional de vacunación y, la hepatitis C, aunque aún no tiene vacuna, cuenta en la actualidad con un tratamiento que la cura por encima del 96% de los casos.
Según indicó a PRIMERA EDICIÓN el médico infectólogo Fabián Zelaya, a cargo del Programa de VIH y Enfermedades de Transmisión Sexual, el paciente con hepatitis tiene cobertura del 100% en el tratamiento, “si no tiene obra social, el tratamiento lo da el Estado a través del Programa”.
Hepatitis B
La hepatitis B es crónica y el tratamiento debe continuar en forma permanente, “hoy, a través de Salud Pública hay unas 30 personas en tratamiento por hepatitis B en la provincia”, detalló Zelaya.
La principal vía de contagio de la hepatitis B es la sexual. “Estudiamos el complejo serológico y si pasados los seis meses, continúa positivo, se inicia el tratamiento que continúa en forma indefinida”, señaló.
La hepatitis B sin tratamiento puede llevar a la persona a una cirrosis hepática y a un hepatocarcinoma, “pero más del 90% de las infecciones por hepatitis B hacen una seroconversión, es decir que el mismo sistema inmunológico forma anticuerpos para neutralizar al virus”. Lo mismo ocurre con la hepatitis C.
Hepatitis C
Es poco frecuente que este tipo de hepatitis se contagie por vía sexual, sí por el contacto con sangre contaminada. “Por eso, vemos una mayor incidencia de infección en personas con abuso de sustancias. En la actualidad, no hay más de 5 personas bajo tratamiento por hepatitis C porque esta enfermedad dejó de ser crónica para pasar a ser tratable y curable: el 97% de los pacientes que realiza el tratamiento retroviral se cura en tres meses”, destacó.
Tanto la hepatitis B como C sin tratamiento pueden llevar a la persona a una cirrosis hepática o a un hepatocarcinoma, de allí la importancia de su diagnóstico temprano. “Si el médico general no solicita estudio serológico de control para hepatitis no se puede hacer el diagnóstico, salvo que el paciente concurra al médico con sintomatología: piel amarillenta, dolor abdominal, náuseas, vómitos, orina oscura, materia fecal color arcilla”, indicó.
Zelaya mencionó que la recomendación es que los mayores de 50 años se testeen al menos una vez en la vida para hepatitis C porque todos pudieron estar expuestos al virus (elementos cortopunzantes mal esterilizados usados en cirugías, tatuajes, odontología, manicuría, pedicuría, etc)… todas esas personas estuvieron expuestas alguna vez al virus, y en el programa (cuya sede está en el predio del Hospital Baliña) tienen los test rápidos a disposición de lunes a viernes de 7.30 a 18.30 horas.
“El mejor momento”
El psicólogo social especializado en pacientes con enfermedades hepáticas y presidente de Buena Vida, Rubén Cantelmi, se curó hace 13 años de hepatitis C luego de vivir 35 años con el virus. “Este es el mejor momento para detectar, tratar y curar la hepatitis C porque los tratamientos que hay son muy efectivos y curan al 98% de las personas… los tratamientos anteriores no eran tan eficaces y tenían muchos efectos colaterales. En mi caso, hice cuatro veces el tratamiento”.









