Cada año, cuando comienza la cuenta regresiva hacia la Estudiantina, Posadas se transforma en una ciudad de tambores, pasos coreografiados y entusiasmo juvenil. Pero no todos celebran con el mismo ánimo. En varios barrios, los ensayos generan un malestar creciente que, en esta temporada, encontró una voz clara en la arquitecta Claudia Hollenika, vecina de la zona oeste y ex presidenta del Colegio de Arquitectos de Misiones, quien decidió hacer público su reclamo.
En diálogo con FM de las Misiones, señaló que no se trata de una oposición a la celebración estudiantil, sino de una búsqueda de consensos que permitan una mejor convivencia urbana.
“La lucha no es ni contra los estudiantes ni contra la Estudiantina. Es solamente ver el consenso de que el vecino también existe. Está el niño pequeño, está el niño autista, está el anciano y está el vecino que quiere descansar” sostuvo.
La arquitecta destacó que Posadas ha logrado consolidarse como una ciudad atractiva en el contexto del nordeste argentino y valoró las obras y el mantenimiento que la han posicionado como un lugar limpio y ordenado. Sin embargo, advirtió que ese esfuerzo debe completarse con una reflexión sobre la contaminación sonora que afecta a los residentes. “Una ciudad limpia debe ser limpia en todo. Hay que desintoxicarla también de los ruidos” afirmó.
Hollenika vive y trabaja en la zona oeste de la ciudad. Según relató, durante los fines de semana resulta imposible realizar tareas cotidianas o incluso descansar debido a la intensidad y duración de los ensayos. Contó que en su barrio, frente a su oficina, los ensayos se desarrollan entre las 16 y las 22. Aclaró que los estudiantes se comportan correctamente y cumplen con los permisos otorgados, pero insistió en que la discusión debe ir más allá del cumplimiento formal.

“Es muy tóxico para el barrio. Hay que sentarse a pensar una mejor manera de hacer ciudad, donde no se beneficie a un grupo en desmedro de todos los demás” reflexionó.
En el centro de su propuesta aparece la idea de trasladar los ensayos a zonas más aptas, donde se minimicen los efectos negativos.
“Posadas está muy poblada, es difícil encontrar lugares, pero existen. Hay espacios con árboles, con pantallas naturales que absorben el sonido. Hay que darle una vuelta ”, sugirió. También planteó que se premie no solo al ritmo más logrado, sino también a la agrupación que ensaye con menor impacto sonoro.





