En tiempos donde la crisis golpea con fuerza a los sectores más vulnerables, los espacios comunitarios que sostienen la alimentación y el abrigo de cientos de familias enfrentan un escenario cada vez más difícil. Uno de ellos es el comedor Rayito de Sol, en el barrio Luis Piedrabuena de Posadas, que sobrevive con escasos recursos y mucha voluntad. Su encargada, Rebeca Gauto, lanzó un conmovedor pedido de ayuda ante la urgencia diaria de alimentar a decenas de niños que muchas veces no tienen nada para comer.
En dálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, Gauto pidió la colaboración urgente de la comunidad para continuar asistiendo a unas 50 familias, además de otras provenientes de los barrios Mini City, Lapachito y Aeroclub.
“Necesitamos ayuda, no solo con alimentos sino con manos que colaboren. Hay pocos voluntarios y muchas necesidades”, advirtió quien lleva adelante este proyecto desde 2014, cuando comenzó junto a una amiga a servir meriendas a chicos del barrio tras detectar su vulnerabilidad. Desde entonces, el comedor creció y se sostuvo con aportes de organismos estatales, oenegés y voluntarios, pero en los últimos meses los recursos se redujeron drásticamente.
“Antes podía hacer merienda dos veces por semana; ahora, solo una vez. Y hace muy poco pude volver a servir almuerzo, pero es esporádico”, detalló. La situación es tan crítica que muchos niños golpean las manos en las casas pidiendo comida. “Eso es lo que más duele: ver a los chicos golpear puertas preguntando si tienen algo para compartir”, relató emocionada.
Actualmente, el comedor funciona “a pulmón”, con alimentos que logran conseguir en el Mercado Central o a través de algunas colaboraciones espontáneas. Para seguir adelante, Rebeca lanzó un pedido específico: “Necesitamos padrinos o madrinas que puedan aportar alimentos secos, carne, verduras, lo que sea. También voluntarios que ayuden a cocinar, lavar las ollas o colaborar en el lugar”.
Este jueves, gracias a una red de cocineras y aportes de alimentos, pudieron preparar arroz con pollo y galletitas para unas 50 familias. Pero esa no es la realidad de todos los días. “Hay veces que no hay nada para darles y es muy duro decirles que no hay comida. Antes por lo menos podía dar un kilo de pan, pero ahora ni eso alcanza”, lamentó.
Rebeca explicó también que el comedor asiste a familias muy humildes, algunas de ellas con niños en extrema vulnerabilidad. Aunque hay casos de familias que logran subsistir por sí solas, “cuando se puede, se les ayuda igual, pero muchas veces no alcanzamos, porque los recursos son pocos”.
Además de alimentos, el comedor también funciona como ropero solidario, especialmente en invierno, y promueve iniciativas para mejorar la calidad de vida de los niños. “Pedimos a quienes sepan cortar el cabello que vengan a ayudar, así los chicos van presentables a la escuela”, contó. También planean festejar el Día del Niño. “Queremos al menos darles un chocolate, algo para compartir ese día tan especial”, dijo.
Rebeca vive con su hija, su marido y su madre, que junto con la pareja de esta también colaboran en el comedor. “Esto nació cuando vi que los chicos necesitaban algo. Una amiga me impulsó y empezamos con meriendas. Después logramos crecer. Pero hoy estamos en un momento muy difícil”, recordó.
El comedor Rayito de Sol está ubicado en la calle Barquisimeto 4816 del barrio Luis Piedrabuena, cerca de la ruta Quaranta y a pocas cuadras del diario El Territorio. “Si alguien quiere ayudar, puede acercarse. Todos los aportes, por más pequeños que parezcan, hacen una gran diferencia”, concluyó Rebeca, con la esperanza de que la solidaridad vuelva a abrir puertas.




