Desde una perspectiva chamánica o espiritual, los sentidos se van despertando y agudizando a medida que elevamos nuestra frecuencia, expandimos la conciencia y profundizamos la conexión con lo sutil.
Los 15 sentidos humanos, más allá de los cinco tradicionales que nos enseñan desde niños, abarcan una gama más amplia de percepciones internas y externas que el cuerpo y la conciencia humana pueden registrar.
Equilibrio, el eje del universo interior. Más allá del cuerpo físico, el equilibrio nos enseña a habitar el centro. Este sentido nos guía a caminar por la vida con firmeza, sosteniéndonos en armonía entre polaridades: luz y sombra, acción y descanso, cielo y tierra.
Propiocepción, la danza consciente del cuerpo: la propiocepción es la sabiduría de saber dónde estás sin necesidad de mirar. Es el cuerpo recordando su lugar en el espacio, es la conciencia del templo corporal, una brújula interior que nos mantiene conectados con el aquí y el ahora.
Nocicepción, el llamado del alma a sanar: el dolor físico es un lenguaje del cuerpo. No es enemigo, sino mensajero. Nos advierte, nos detiene, nos enseña. La nocicepción nos invita a escuchar con amor lo que se ha roto para poder ser sanado.
Termocepción, el fuego y el hielo de la existencia: sentir el calor o el frío es percibir el aliento del entorno sobre nosotros. Es una forma de dialogar con los elementos, de entender los ciclos y despertar memorias primitivas. Es el cuerpo en comunión con el clima de la vida.
Interocepción, el oráculo interno: este sentido percibe el latido del corazón, la respiración, el hambre, la sed, el flujo sutil de nuestras aguas internas. Es una conexión íntima con la inteligencia biológica. Escucharla es un acto de autoamor y presencia sagrada.
Sentidos sutiles y espirituales (visión holística)
Intuición, la voz silenciosa del alma: la intuición no se razona, se siente. Es la brújula del espíritu, la guía del corazón, la sabiduría que brota sin explicación. Escucharla es confiar en lo divino dentro de ti.
Empatía energética, sentir más allá del yo: este sentido nos permite percibir la energía emocional de otros seres. Sentimos lo que el otro siente, aunque no lo diga. Es una apertura del campo áurico, un acto de unidad profunda. Es el puente entre almas que recuerdan que todos somos uno.
Percepción extrasensorial, la visión del tercer ojo: más allá de los cinco sentidos físicos, hay una percepción sutil que capta realidades invisibles. Visiones, mensajes, presencias. La percepción extrasensorial es un don ancestral que se despierta cuando el alma está alineada con la frecuencia del Espíritu.
Sentido de unidad, el regreso al origen: este sentido no se activa con el cuerpo sino con el alma. Es la certeza de que no hay separación, de que eres parte del Todo, de que cada partícula vibra en ti. Es el recuerdo de que el amor es el tejido que une a toda la creación.
Conciencia espiritual, el despertar del Ser divino: el más profundo de todos los sentidos: la capacidad de percibir tu esencia eterna. Es la conciencia de que eres espíritu viviendo una experiencia humana, sagrada para el alma.
Recuerda siempre activar tus sentidos a través de la llama primordial que habita en tu interior para que la magia del universo despierte la divinidad en ti.
Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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