Podemos mirar la vida desde distintos lados. Podemos cambiar el paradigma de la división y comenzar a vernos como un todo integrado con el entorno y el universo.
Todo se vive a través del cuerpo, sin el alma no puede descender a experimentarse, pero ¿qué pasa cuando no estamos presentes? El cuerpo deja de sentir y toma el comando la mente que nos lleva por mundos imaginarios en otro tiempo, un tiempo inexistente, ya que está sin cuerpo.
La mente nos acarrea a bucles del pasado o a expectativas de futuros y en él, mientras tanto nos quedamos vacíos, sin habitarnos. ¿Qué pasa entonces con nuestro cuerpo mientras tanto, cuando no estamos presentes? Continua viviendo automáticamente sin alma, sin esencia, sin conciencia, ocupando un programa de superveniencia, de reacción, de miedo, de lucha.
Ese estado de distracción nos lleva a una falta, ya no hay coherencia, se perdió la comunicación entre el cuerpo, la emoción y la mente. Cada uno sigue su propio camino. Sin alineamiento, solo hay distracción y nuestra mente queda flotando por fuera de nuestro cuerpo el cual sigue su programa biológico de supervivencia.
Habitarnos, habitarse, es reencontrarnos internamente con nuestra esencia, con nuestra chispa divina, con nuestro yo sabio, la voz de la conciencia que es la única capaz de volver a guiarnos y llevarnos de regreso a nuestro interior, para así alinearnos y volver a encontrar el camino.
Entonces yo te pregunto ¿Ya has encontrado la voz que te guía o todavía estás atado a esa voz que te castiga? Todos los programas inconscientes de la infancia nos siguen comandando hasta que un día, en el despertar de la conciencia, comenzamos a escucharnos y por un acto de decisión, de coraje, comenzamos a elegir solo seguir la voz de la conciencia, esa que comenzó tímidamente a despertar casi como un susurro temeroso.
No temas, sigue ahí donde el alma está a gusto, por ahí es. Hay tantos caminos en la vida y tantas experiencias por vivir, solo escucha y siente. ¡Siente! El cuerpo no miente, la mente duda y te presenta un mar infinito de posibilidades, pero el cuerpo en quietud y unido a la respiración, que en definitiva es aliento de vida, nos vuelve a conectar con la luz de la conciencia, ella será tu guía. tu maestro interno.
Más allá de la creencia, el silencio profundo reconecta y es justamente en el interior donde están todas las respuestas, ¡tus respuestas!
Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
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