Aquello que antes iba directo a la basura hoy puede convertirse en un aliado silencioso del jardín. Los corchos naturales de las botellas de vino, ese pequeño cilindro que muchas veces se desecha tras un brindis, están ganando un lugar inesperado en el mundo de la jardinería doméstica. Por sus propiedades porosas, aislantes y biodegradables, se han convertido en una herramienta económica y eficaz para mejorar la salud del sustrato y el desarrollo de las plantas.
En tiempos donde el reciclaje y la reutilización de residuos orgánicos cobran protagonismo, este truco sencillo permite aprovechar un elemento cotidiano para múltiples fines. No se trata solo de una moda: los beneficios del corcho en la tierra están avalados por sus propiedades físicas y por la experiencia de quienes ya lo aplican en canteros, macetas o jardineras.

Cinco beneficios clave
Los jardineros que incorporan corchos al sustrato señalan mejoras visibles en poco tiempo. Estos son los principales aportes que puede ofrecer:
Retención de humedad: al ser porosos, los corchos absorben parte del agua de riego y la liberan de forma paulatina. Esto reduce la evaporación y ayuda a conservar la humedad en la tierra, ideal para quienes no pueden regar a diario o en épocas de altas temperaturas.
Drenaje natural: triturados y colocados en el fondo de las macetas, los corchos favorecen la salida del exceso de agua, evitando el encharcamiento y la pudrición de raíces. Son una alternativa ecológica a las tradicionales piedras o arlitas.
Aislante térmico: distribuidos en la superficie de la tierra, cumplen una función de acolchado natural. Protegen las raíces de cambios bruscos de temperatura y de la exposición directa al sol.
Control de malezas y hongos: su uso como cobertura también actúa como barrera contra el crecimiento de yuyos no deseados. Además, al mejorar el drenaje, reduce el riesgo de aparición de hongos por exceso de humedad.
Repelente de insectos: se ha comprobado que el corcho natural puede disuadir la aparición de insectos como mosquitos del compost y babosas, sin necesidad de químicos.
Cómo aplicarlos en casa
El procedimiento es simple. Solo se necesitan corchos de vino (naturales, no sintéticos), un cuchillo o procesadora, y las macetas o canteros donde se desea colocarlos. Primero deben lavarse bien, asegurando que no queden restos de vino. Luego se los puede cortar o triturar, y se utilizan de tres maneras:
En el fondo de la maceta, como drenaje.
Mezclados en la tierra, para airear el sustrato.
Sobre la superficie, como cobertura protectora.
(Fuente: Diario Uno)






