Un fenómeno astronómico inusual sacude el campo de la geofísica y la medición del tiempo. Este martes 22 de julio, la Tierra completará su rotación diaria más rápido de lo normal: tardará 1,34 milisegundos menos que las 24 horas estándar. Aunque imperceptible para la vida cotidiana, este evento convierte a la jornada en el segundo día más corto jamás registrado desde la creación de los relojes atómicos en 1973.
De acuerdo con el sitio especializado Space.com, este comportamiento podría tener consecuencias técnicas de gran alcance. Si la tendencia continúa, en 2029 podría implementarse por primera vez en la historia un “segundo bisiesto negativo”, es decir, restar un segundo a la hora oficial para sincronizar los relojes atómicos con la rotación real del planeta. Hasta ahora, solo se han sumado segundos adicionales para compensar el retraso progresivo de la rotación terrestre.
El registro más breve hasta la fecha ocurrió en 2020, cuando el día duró 1,05 milisegundos menos de lo habitual, según el portal Timeanddate.com.
Una rotación que desconcierta
Tradicionalmente, la rotación de la Tierra ha disminuido con el paso de los siglos debido al efecto de frenado provocado por la fricción de las mareas lunares. Sin embargo, desde hace algunos años, los científicos observan una aceleración que no coincide con los modelos actuales. Esta anomalía ha despertado dudas sobre el funcionamiento interno del planeta.
Algunas investigaciones apuntan al deshielo polar y al aumento del nivel del mar como factores potenciales, aunque la hipótesis con mayor consenso señala al núcleo terrestre. Se estima que una ralentización del núcleo líquido estaría redistribuyendo el momento angular de la Tierra, provocando una rotación más veloz del manto y la corteza.
“La causa de esta aceleración no está explicada. La mayoría de los científicos cree que es algo dentro de la Tierra. Los modelos oceánicos y atmosféricos no explican esta gran aceleración”, señaló el especialista Leonid Zotov, citado por Space.com.
Qué implica un segundo menos
Aunque parezca insignificante, un segundo puede generar grandes problemas si se trata de sincronización global. Los relojes atómicos, fundamentales para los sistemas de navegación satelital, telecomunicaciones, redes eléctricas y operaciones financieras, están diseñados para ajustarse al tiempo universal coordinado (UTC), basado en la duración exacta de un día.
Hasta ahora, cuando la rotación del planeta se retrasaba, se añadía un segundo bisiesto. Pero si se necesita restarlo, como sugiere el escenario actual, el cambio podría impactar la infraestructura tecnológica mundial, obligando a rediseñar protocolos y sistemas que nunca contemplaron esa posibilidad.
Un fenómeno bajo vigilancia
Desde que comenzaron las mediciones modernas en 1973, los científicos monitorean continuamente la rotación terrestre. El evento del 22 de julio será observado con atención, ya que forma parte de una secuencia acelerada que aún no tiene explicación definitiva.
Zotov y otros expertos advierten que podría tratarse de una fluctuación natural, con la posibilidad de que en los próximos años la rotación vuelva a desacelerarse. Mientras tanto, el misterio persiste, y la ciencia sigue intentando comprender qué fuerzas están moldeando los ritmos del planeta.
Fuente; Infobae









