La piscicultura se afianza en Misiones como una actividad productiva rentable, sustentable y en crecimiento. En la campaña 2024-2025, más de 1.500 productores aportaron un total de 984.164 kilos de pescado, según datos oficiales difundidos por el Ministerio del Agro y la Producción. La mayor parte corresponde a pacú, aunque también se destacan otras especies como dorado, boga, carpas y sábalo, todas criadas con prácticas responsables.
El director de Acuicultura y Desarrollo Pesquero de la provincia, Guillermo Faifer, hizo un balance positivo del ciclo que finalizó en mayo, aunque aclaró que los volúmenes de producción se mantienen relativamente estables debido a la característica del sistema productivo.
“Hay más de 4.000 productores piscícolas, pero no todos cosechan al mismo tiempo. Muchos tienen un solo estanque y desde la siembra hasta la próxima cosecha pueden pasar hasta tres años”, explicó.
En ese sentido, remarcó que la cifra de casi un millón de kilos corresponde a aquellos productores que sembraron alevines en el último año y medio, gracias al trabajo articulado con el Instituto de Macroeconomía Circular (IMaC).
Esa estrategia, sumada a la entrega de insumos, permitió reactivar el interés por la actividad, que se había mantenido estable debido al alto costo de los insumos.
“Los costos de los alevines y del alimento balanceado habían generado cierto estancamiento, pero ahora el precio de venta mejora y la piscicultura vuelve a posicionarse como una de las actividades agropecuarias con mayor rentabilidad”, destacó Faifer.
Una actividad rentable
Actualmente, el kilo de pescado se vende entre 6.500 y 7.500 pesos, lo que genera un margen de ganancia superior al 50% sobre el costo de producción. “Ninguna otra actividad ofrece hoy ese nivel de rentabilidad”, afirmó.
La mayor parte de la producción se comercializa en ferias locales y en los mercados concentradores de Posadas, Oberá y Eldorado, donde el producto llega faenado y congelado.
También hay productores que venden cantidades menores a restaurantes y comedores locales.
“La idea es que primero se consoliden los mercados cercanos, sin competir con las grandes empresas”, remarcó el funcionario en una entrevista con PRIMERA EDICIÓN.
Sin embargo, Faifer advirtió que aún hay oportunidades comerciales poco explotadas. Puso como ejemplo el municipio de Fachinal, donde operan las dos mayores empresas piscícolas de la provincia, pero donde paradójicamente el consumo local de pescado es casi nulo. “Ni siquiera se consigue pescado enlatado. Eso demuestra que, más que una baja demanda, hay una falta de oferta local”, planteó.
Por eso, desde la Dirección de Acuicultura impulsan campañas de concientización como “El 19 comé pescado”, para fomentar el consumo regular de este tipo de productos en los hogares.
Lidera el pacú
En cuanto a las especies cultivadas, el pacú se posiciona como la principal por su resistencia, demanda y facilidad de alimentación. “Es la especie más difundida en aguas cálidas en todo el país y tiene un mejor precio que las carpas. Además, se puede alimentar con raciones balanceadas o con mezclas de granos”, indicó Faifer.
Detrás del pacú se ubican las carpas herbívoras y especies nativas como el dorado, el surubí, el sábalo y la boga. Esta última, aún en fase experimental, requiere ajustes en la alimentación para alcanzar buenos rendimientos.
Desafíos
Uno de los principales desafíos, según el funcionario, es que los productores incorporen procesos técnicos que mejoren la productividad.
“Una de las claves es que entiendan la importancia de la etapa de recría, ese espacio intermedio entre la compra del alevín y el engorde. Es similar al vivero en el cultivo del tabaco o la cría intermedia en la ganadería”, explicó.
La recría permite un mejor control de la cantidad de peces, su alimentación y su crecimiento.
Otra herramienta clave es la biometría, es decir, el muestreo periódico para conocer el peso promedio de los peces. “Si sabés cuántos gramos por día crecen, podés proyectar cuándo hacer la cosecha. Pero muchos productores tiran los alevines directo al estanque, sin control, como si sembraran yerba al voleo”, ejemplificó.
También es necesario que los piscicultores inviertan en herramientas básicas como redes, balanzas y termómetros. “No pueden esperar que el Estado les preste todo. Si entienden que esto es un negocio, van a invertir como lo hacen en otras actividades”, agregó.
Desde hace dos años, la Dirección de Acuicultura trabaja con la Fundación Mayma Azul en la capacitación de 209 productores de distintos puntos de la provincia. El grupo ya muestra resultados concretos: “Incrementaron más del 50% su producción en un año, gracias al acompañamiento técnico y a la formación en temas como economía, comercialización y marketing”, destacó Faifer.






