La historia de Kunumí está íntimamente entrelazada con la de muchas personas que habitan el norte de la provincia, personas dedicadas a la investigación y cuidado de la biodiversidad misionera, pero también los que entregan su vida al trabajo en las chacras lindantes al Parque Nacional Iguazú.
Esta hembra de yaguareté comenzó a cruzarse con las familias vecinas de la Península de Andresito cuando, en febrero del 2024, se empezó a detectar que estaba cazando animales domésticos.
Normalmente esta especie preda sobre animales silvestres, dentro del monte y lejos de las personas; pero Kunumí empezó a acercarse a las propiedades de Península, alimentándose de los que estaban sueltos o sin protección, como perros y animales de corral.
Ello planteó un desafío mayor: diseñar una estrategia de coexistencia con los grandes felinos y evitar la caza de represalia en esta zona de vital importancia en la conectividad de ambos parques nacionales. Es así como se comenzó a trabajar en conjunto entre instituciones para garantizar su protección y la de toda la especie entre el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) y el Ministerio de Ecología provincial, Proyecto Yaguareté, Aves Argentinas, el Projecto Onças do Iguaçu de Brasil, Fundación Vida Silvestre Argentina y Güirá Oga.
Rápidamente se coordinó la captura de Kunumí y la colocación de un collar satelital para su seguimiento y así conocer sus movimientos y dar aviso a los vecinos sobre su presencia.
Nacida en 2018 en el Parque Nacional Iguazú, Kunumí fue identificada prontamente, ya que su madre y su abuela eran monitoreadas por el Proyecto Yaguareté (CeIBA-CONICET) desde varios años antes. Esta cachorra creció recorriendo parte de las 2.000.000 hectáreas que aún persisten de Selva Paranaense a ambos lados de la frontera argentino-brasileña hasta alcanzar la adultez.

Un nuevo cachorro
El seguimiento de Kunumí y el trabajo de concientización y acompañamiento realizado por el equipo del Proyecto Bosque Atlántico de AvesArgentinas y el Gobierno de Misiones, permitió comenzar a tejer un nuevo vínculo con las personas.
La instalación de alambrados eléctricos, luces disuasorias, cencerros para el ganado y caniles para proteger los perros durante la noche, fueron acciones destinadas a mejorar el manejo de los animales domésticos.
La iniciativa del Corredor Municipal de Conservación y Desarrollo de la Península de Andresito, brindó el marco necesario para que esta iniciativa pueda desarrollarse. Actualmente, varios ejemplares de yaguareté viven en esta región, haciendo posible el desafío de la coexistencia.
“Es muy importante el trabajo en el territorio a largo plazo y acompañamiento de las familias vecinas, sin ellas no existiría la coexistencia con el yaguareté”, manifestó Franco Toledo, miembro del equipo de Aves Argentinas y del Municipio de Comandante Andresito.
Este arduo compromiso permitió poner a salvo la vida de Kunumí y un año y medio después, la hembra fue nuevamente avistada en una cámara trampa, esta vez transitando por la selva misionera junto a un nuevo cachorro.
“Los esfuerzos de todas las instituciones, para lograr la coexistencia, tanto públicas como privadas, hoy dan sus frutos celebrando una nueva vida en territorio misionero”, remarcó el director ejecutivo del IMiBio, Emanuel Grassi.
“La captura y posterior monitoreo de Kunumí mostró que este individuo usaba áreas extensas de Argentina y Brasil y que consumía en mayor medida presas silvestres. El trabajo en el territorio con los colonos de Andresito dio sus frutos y hoy Kunumí sigue aportando nuevas crías a esta población de yaguaretés” sostuvo el coordinador del Proyecto Yaguareté, Agustín Paviolo.
Hoy Misiones tiene grandes motivos para celebrar no solo la existencia de un nuevo yaguareté en la tierra colorada, sino el éxito de las medidas de conservación basadas en la ciencia y apoyadas por la Provincia y las familias de las chacras para proteger a una especie clave del Bosque Atlántico, amenazada por la pérdida y fragmentación de su hábitat, la disminución de sus presas naturales, el atropellamiento en rutas y la persecución.
La preservación del Bosque Atlántico, mediante la categorización de nuevas hectáreas de monte nativo como Áreas Naturales Protegidas; la creación de Corredores Verdes, que permiten el desplazamiento de estos grandes felinos; la implementación del primer “Seguro de protección del Yaguareté”, destinado a disuadir posibles represalias a ejemplares que puedan depredar ganado o mascotas; y la puesta en marcha del “Plan de Repoblación en la Reserva de Biósfera Yabotí”, son acciones que están dando sus frutos y ratificando el alcance de la política ambiental en la tierra colorada, reconocida como la provincia con el mayor número de ejemplares de Panthera Onca de todo el país.
Hace un poco más de un año, Kunumí casi pierde la vida por la caza de represalia. El nacimiento de un nuevo cachorro suyo es un símbolo vivo de que la coexistencia con la vida silvestre es posible y necesaria.

Recientes avistajes en la zona binacional
En paralelo al caso de Kunumí, dos breves pero significativos avistamientos de cachorros de yaguareté despertaron entusiasmo entre conservacionistas y científicos. Las imágenes, registradas por cámaras trampa en el Parque Nacional do Iguaçu (Brasil), muestran a dos crías distintas, presumiblemente hijos de las hembras Angá y Anaí. Esta última nunca antes había sido observada con descendencia.
La población de yaguaretés en la selva misionera se estima actualmente en 84 individuos, según los resultados del monitoreo binacional realizado en territorio argentino y brasileño. El dato, dado a conocer días atrás en la capital misionera, representa una leve disminución respecto a la medición anterior, que había arrojado una media de 93 ejemplares.
El anuncio fue realizado por la Fundación Vida Silvestre Argentina y el Proyecto Yaguareté (CeIBA – CONICET), en el marco de la Reunión Ordinaria del Comité de Gestión del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté.
El relevamiento, que se realiza cada dos años desde 2003, arrojó en esta oportunidad un rango de entre 64 y 110 yaguaretés, con una media estimada de 84. Aunque la baja no es estadísticamente significativa, especialistas advirtieron que se trata de una tendencia que debe ser atendida con urgencia. “Este nuevo dato es una señal de alerta”, sostuvo Lucía Lazzari, coordinadora del programa Bosques de la Fundación Vida Silvestre Argentina. “Así como celebramos su recuperación en años anteriores, hoy debemos actuar con decisión sobre las amenazas que persisten”.









