Aunque los invernaderos comenzaron a utilizarse en la región en la década del 90 para cultivar especies de verano en invierno -como tomate, morrón o pepino-, con el tiempo los agricultores los fueron adaptando a nuevas estrategias productivas.
Hoy no solo se los valora por permitir adelantar o retrasar cosechas, sino también por brindar mayor seguridad frente a problemas sanitarios y climáticos. “La experiencia en la provincia muestra que los cultivos bajo cubierta no son solamente una alternativa estacional, sino una forma de hacer más previsible la producción de alimentos”, explica Ariel Villasanti, técnico del INTA de la Agencia de Extensión Rural de Santo Pipó, donde vienen acompañando a productores en la mejora de sus sistemas protegidos.
Tecnología que atrapa calor y multiplica oportunidades
Los invernaderos funcionan captando el calor del sol en el suelo y el aire durante el día, para luego liberarlo cuando bajan las temperaturas, sobre todo durante las noches frías o en episodios de heladas. Esta capacidad de “acumular calor” es lo que permite proteger cultivos sensibles y extender el ciclo productivo. Sin embargo, no siempre es tarea sencilla. En inviernos con ingresos de masas de aire polar -que pueden durar varios días y con cielos nublados-, los invernáculos pueden ver reducida su eficiencia. En esos casos, se pone a prueba la capacidad real de mantener la temperatura adecuada para cultivos exigentes.
“Producir pimientos, pepinos o tomates bajo cubierta en pleno invierno requiere prestar atención a detalles que muchas veces se pasan por alto”, advierte Villasanti. Uno de esos aspectos es el mantenimiento del invernadero, que puede marcar la diferencia entre una buena cosecha y una pérdida por frío.
Buenas prácticas para fortalecer la protección
Para mejorar la capacidad de los invernáculos de captar y conservar el calor, se recomiendan algunas tareas fundamentales:
Limpieza del techo: eliminar polvo y partículas que impidan el ingreso de la radiación solar.
Despeje del suelo: sacar la vegetación espontánea de pasillos y líneas de plantación para favorecer la absorción del calor en el suelo.
Control de cierres: verificar que las paredes, especialmente las orientadas al sur, estén correctamente cerradas. En invernaderos rectangulares, el lado más corto siempre debe mirar al sur.
Colaboración: Francisco Pascual y Martín Ghisio










