El tipo de cambio oficial volvió a subir este viernes y llegó a los $1.300 en las pantallas del Banco Nación, igualando el récord nominal alcanzado a comienzos de la semana. En paralelo, el dólar blue trepó a $1.305, convirtiéndose en la cotización más alta del mercado cambiario. A pesar de las múltiples intervenciones oficiales para contener la escalada, las señales del mercado indican que el esquema monetario del Gobierno enfrenta límites crecientes.
El salto del dólar se da en un contexto de fuerte presión sobre el tipo de cambio y con una emisión que acumuló en los últimos meses unos $10 billones, equivalente al 30% de la base monetaria. La estrategia oficial de abandonar el anclaje por tasas para pasar al control de agregados monetarios chocó contra la falta de herramientas estructurales para absorber la liquidez sobrante.
Frente a la respuesta tibia de los bancos a las licitaciones del Tesoro, el Banco Central debió intervenir con fuerza. Reactivó pases activos con una tasa del 36%, volvió a utilizar contratos de futuros y compró deuda en el mercado secundario. Estas maniobras contuvieron momentáneamente la suba del dólar, pero a un costo elevado: solo en operaciones a corto plazo, la entidad absorbió $5 billones.
Los analistas advierten que esta combinación de medidas resulta efectiva en el corto plazo, pero insostenible si no se complementa con mecanismos más sólidos. “Estamos viendo una pausa cara en la escalada cambiaria”, sintetizó un informe de Max Capital, que además alertó sobre el impacto que tendrán las intervenciones en futuros en el balance del BCRA.
La falta de entusiasmo por parte del sistema bancario para participar en la absorción de pesos responde a la incertidumbre regulatoria y al riesgo de comprometerse con un modelo sin incentivos claros. La eliminación de las Letras de Fijación (LeFi) y el intento de convertir al Tesoro en el nuevo ancla monetaria no lograron los resultados esperados. En vez de redirigir el dinero hacia títulos públicos, los bancos prefirieron mantener posiciones líquidas para cumplir con los encajes.
“El problema es que los pesos siguen en el sistema y presionan sobre el dólar”, explicó el economista Pablo Moldovan, quien sostuvo que la actual estrategia deja al Banco Central como único actor dispuesto a intervenir. “Sin mecanismos estructurales de absorción, lo que hoy parece calma puede convertirse en tormenta en poco tiempo”, advirtió.

El uso del mercado de futuros como herramienta de contención no encuentra límites por parte del FMI, mientras no se supere el techo local de u$s9.000 millones. Eso permitió al Gobierno sostener la paridad oficial, aunque para los inversores se trata de una estabilidad artificial, sin respaldo en la oferta genuina de divisas.
Por ahora, las tasas reales positivas ofrecen algo de contención. Con una inflación que en junio fue de 1,6% y rendimientos que superan el 35%, la tasa efectiva se ubica en torno al 12% anual, un incentivo para mantener inversiones en pesos. Sin embargo, los expertos coinciden en que este margen tiene fecha de vencimiento.
En los próximos meses, con mayor presión fiscal y un calendario electoral cada vez más cerca, el Gobierno podría verse forzado a bajar las tasas, lo que debilitaría el andamiaje actual. Max Capital prevé una depreciación gradual y real del tipo de cambio oficial hasta octubre.
(Fuente: IProfesional)






