La búsqueda de alternativas que complementen la medicina tradicional se ha vuelto cada vez más frecuente, especialmente cuando se trata de mejorar la calidad de vida de quienes atraviesan enfermedades crónicas o episodios de estrés físico y emocional. En ese contexto, la cromoterapia, o terapia del color, emerge como una herramienta milenaria que la ciencia moderna comienza a explorar con creciente interés.
El fundamento se basa en la idea de que cada color posee una frecuencia vibratoria específica, y esa frecuencia puede incidir sobre el organismo humano, actuando a nivel físico, mental y energético.
Aunque sus raíces se encuentran en antiguas culturas como la egipcia, india y china, hoy la cromoterapia es aplicada como complemento en hospitales, clínicas de rehabilitación.
Cada color tiene una función terapéutica diferente:
Azul: se asocia a la calma, la relajación y el alivio del dolor. Estudios han demostrado que puede reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Se utiliza para calmar episodios de ansiedad y mejorar la calidad del sueño.
Verde: es el color del equilibrio. Ayuda en procesos de sanación, refuerza el sistema inmunológico y se vincula con la armonía del corazón.
Rojo: estimula la circulación sanguínea y aporta energía vital. En pacientes con fatiga crónica o depresión, puede tener efectos revitalizantes.
Amarillo: favorece la concentración y estimula el sistema digestivo. También se lo vincula con el optimismo y la claridad mental.
Evidencia científica en crecimiento
Diversos estudios empiezan a sustentar los beneficios de la cromoterapia:
Investigadores del American Institute of Biosocial and Medical Research señalaron que la exposición controlada al color azul disminuye el ritmo respiratorio y promueve un estado de relajación profunda, útil en pacientes con ansiedad o dolor crónico.
En Japón, un estudio clínico realizado por la Kyushu University demostró que las luces LED azules en salas de espera hospitalarias ayudaban a reducir episodios de agresividad y estrés en pacientes.
Un ensayo en la Universidad de Sussex (Reino Unido) encontró que el color verde, proyectado en sesiones de relajación guiada, generaba un efecto significativo en la reducción del estrés percibido, y mejoraba la frecuencia cardíaca en pacientes hipertensos.
Complemento, no reemplazo
Es importante destacar que la cromoterapia no reemplaza los tratamientos médicos, pero puede ser una excelente aliada en terapias integrales, especialmente para manejar el dolor, la ansiedad o el agotamiento emocional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la importancia de integrar terapias complementarias siempre que estén sustentadas y supervisadas por profesionales. Y en este sentido, la cromoterapia avanza con pasos firmes hacia una integración responsable en la medicina del bienestar.
Incorporar la cromoterapia a la vida cotidiana puede ser simple: desde elegir conscientemente los colores del entorno (ropa, decoración, luces), hasta asistir a sesiones guiadas con profesionales capacitados. Que tengas una ¡Feliz Jornada!
Gabriela Gómez
Especialista en Cromoterapia
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