Ayer sábado 12 de julio, se cumplieron 13 años del femicidio de Lieni Itatí Piñeiro (18) en Puerto Esperanza, uno de los femicidios más conmovedores ocurridos en la provincia de Misiones, no solamente por la violenta muerte que tuvo Taty, sino también porque para la familia y gran parte del pueblo esperanceño, el crimen sigue impune.
El cuerpo de Taty fue hallado en una obra de construcción, a pocas cuadras de su casa, sin vida, degollada y con claros signos de haber sido violada y por el hecho fue culpado un conocido de la víctima, Hernán Céspedes (18).
En un nuevo aniversario de la muerte de la joven estudiante, la familia grita que se cumplen “13 años de impunidad”, ya que el único acusado apareció muerto en la celda de la Unidad de Resguardo y Custodia de Detenidos de la Unidad Regional V, ante de declarar ante el juez y luego de supuestamente haberse suicidado con el cordón de su zapatilla, en una clara negligencia de la guardia.
Para la familia de la joven estudiante, Céspedes pagó el precio: fue silenciado y no fue el autor del crimen, ya que el joven habría sido torturado antes de su muerte, según denunció la familia Céspedes y que, tras su muerte, tuvo varios cruces con el juez Fernández Rissi, que por aquellos días tenía la causa en su poder antes de inhibirse.
Para la familia Piñeiro, los “verdaderos” culpables fueron otros jóvenes, hijos de algunas familias poderosas de la ciudad, en el que aparece el nombre del hijo de un ex intedendente de Esperanza, aunque la justicia nunca avanzó en esa dirección.
El caso está cerrado. Con el único investigado y culpado, muerto; y la víctima, en algún lugar, esperando descansar en paz.







