El ajuste impulsado por el Gobierno nacional mediante el plan de recorte del gasto público -bautizado como “motosierra” por el propio presidente Javier Milei- despliega efectos devastadores sobre el consumo interno. En un escenario signado por la pérdida del poder adquisitivo, el comercio de electrodomésticos se ubica entre los sectores más golpeados.
Carlos D’Orazi, empresario del rubro, advierte que el primer semestre del año fue el peor que recuerda desde la década de 1990.
“Estamos pasando el peor semestre desde (Carlos) Menem”, manifestó, haciendo referencia a los dos períodos como presidente que tuvo el riojano con una política similar a la conducción actual.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, indicó que vienen a “pérdida total” y recién el mes pasado tuvieron un leve alivio.
La baja del consumo se siente en las vidrieras, en las líneas de crédito y en la dinámica interna del comercio. “Pasás por el centro y la gente no consume”, describió, para ilustrar el estado de parálisis que atraviesan los locales.
En su empresa, las ventas cayeron de manera significativa. Aunque evitó generalizar, afirmó que en algunos segmentos la contracción superó el 50%.
Importaciones
Para mitigar el efecto de la crisis, varias firmas del sector comenzaron a importar productos, particularmente desde países con costos más competitivos.
En muchos casos, lograron negociar compras en volumen con proveedores internacionales, lo que les permitió acceder a precios más bajos y a condiciones logísticas estables.
A pesar de que inicialmente el proceso fue complejo, lograron organizar un sistema de distribución eficiente, compartido con otros comerciantes.
La elección de los artículos a importar no es arbitraria. Se priorizan aquellos productos que no tienen una oferta significativa en el mercado paraguayo, debido a la fuerte competencia de ese país en ciertos rubros.
“Competir con Paraguay es imposible”, aseguró D’Orazi, al señalar que en Argentina la carga impositiva representa cerca del 85% del valor del producto entre IVA y otros tributos. Por eso, se enfoca en productos con bajo nivel de penetración en la zona fronteriza y alta demanda local.
Sin embargo, la importación más económica no se traduce automáticamente en mayores ventas. “Hoy tenés productos más baratos que hace un año, pero la gente no puede ir a comprar porque no le alcanza el sueldo”, reconoció. Según sostuvo, los consumidores ya no compran preventivamente, como solían hacer en contextos inflacionarios, sino únicamente cuando la necesidad es impostergable. Esta modificación en el patrón de consumo representa un cambio estructural para el sector.
La financiación también se encareció. Hasta hace pocos meses, buena parte de los productos se vendían en seis cuotas sin interés. Hoy, el financiamiento incluye recargos de más del 16%, lo que desincentiva su uso. En paralelo, crecieron los préstamos personales, pero con riesgos futuros.
“Aumentaron más del 40%, pero dentro de seis meses muchos no van a poder pagar. Ese cliente se va a encontrar con que no puede renovar ni un electrodoméstico básico”, advirtió.
Los aumentos en los costos fijos profundizan las dificultades. Según el empresario, los incrementos en tarifas de servicios, alquileres y combustibles no se compensan con mayores ingresos. “Lo más bajo que está es el sueldo”, apuntó, al explicar que los salarios permanecen congelados mientras los demás egresos operativos se dispararon. Consultado sobre las perspectivas para el segundo semestre del año, fue tajante: “No”. A su entender, no hay señales que indiquen una mejora en el corto plazo. “Dicen que se va a mejorar a partir de marzo del año que viene, pero para entonces muchos no van a llegar. Me van a dar un remedio cuando ya estoy finado. No me sirve”, expresó con resignación .





