Con un recorte del 30% en el presupuesto nacional para ciencia y tecnología, más de 4.000 empleos perdidos y el congelamiento de ingresos al CONICET, el sistema científico argentino atraviesa una crisis sin precedentes. Ezequiel Flores, becario doctoraldel Instituto de Estudios Sociales y Humanos (IESyH – CONICET/UNaM), en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, advirtió que el impacto del ajuste es profundo: parálisis de investigaciones, fuga de cerebros, riesgo de cierre de institutos clave y deterioro del sistema universitario y educativo.
“El panorama está cada vez peor. El Gobierno congeló el ingreso al Estado, y eso afectó directamente al CONICET: más de 1.200 investigadores y personal de apoyo que ganaron concursos en 2022 siguen sin el alta. A muchos se les dio una beca extraordinaria, pero no ingresaron efectivamente como personal del organismo”, explicó.
El efecto dominó del ajuste
Flores describió con claridad las consecuencias de esta decisión en toda la estructura del sistema científico. “Mañana se publican los resultados de las becas posdoctorales. Es el paso siguiente al doctorado, pero como hay tantos que ya deberían estar en planta y no ingresaron, esas becas no se liberan. Entonces, hay menos becas disponibles para nuevos postulantes”, señaló.
Según indicó, solo se otorgarán 500 becas frente a más de 1.500 personas en condiciones de concursar. Esta situación, que definió como una manifestación concreta de la “motosierra”, también generó una ola de renuncias: “En 2024 hubo un 33% más de renuncias que en 2023, porque no hay perspectivas de continuidad ni estabilidad laboral”.
Investigadores que se van, capacidades que se pierden
“La gente se va a otros países, a otros sistemas científicos donde sí hay posibilidades de desarrollo. Y ahí es cuando se da la famosa fuga de cerebros”, alertó. La falta de perspectivas -sostuvo- no solo afecta la motivación de quienes hoy investigan, sino que pone en jaque la capacidad operativa de los institutos.
En Misiones, por ejemplo, solo el 1% del personal del CONICET trabaja en la provincia. Son 304 personas en total: 96 investigadores, 178 becarios, 27 de carrera de apoyo y apenas tres administrativos, de los cuales dos fueron despedidos al inicio de la gestión actual. Además, en toda la región NEA hay 27 investigadores que aún esperan su ingreso, congelado por las políticas actuales.
El vínculo entre CONICET y las universidades también se ve debilitado. “Muchos investigadores y becarios trabajan en las universidades. Esa articulación permite que docentes con dedicación parcial puedan investigar. Si se pierde eso, se reduce la capacidad científica de las universidades, que son clave para formar a los docentes de nivel medio y primario”, advirtió.
La mirada social sobre la ciencia
Consultado sobre el respaldo de la sociedad al trabajo científico, Flores fue claro: “Aún hay valoración social positiva del conocimiento, pero cuesta mucho explicar qué hacemos. Hay una tendencia a individualizar los problemas. Me ha pasado, por ejemplo, defender la existencia del INMET y que me respondan: ‘¿Para qué investigar el dengue si la gente no hace descacharrizado?’”.
Y agregó: “Los problemas sociales no son individuales, son estructurales. Pero una vez que se explica el rol de la ciencia, salvo quienes están muy comprometidos políticamente, la gente lo entiende”.
El impacto educativo y productivo
“El daño al sistema científico va a repercutir en la calidad educativa, el desarrollo productivo y el futuro del país. Quizás no lo veamos hoy, pero en el mediano y largo plazo sí, y va a ser muy difícil de revertir. Si reducís CONICET, reducís capacidad investigadora en las universidades, y eso impacta en toda la cadena educativa”, explicó.
Y detalló que el CONICET tiene capacidad para 27.000 personas, pero actualmente hay al menos 1.500 o 1.600 puestos menos. A nivel internacional, Argentina tiene 2 investigadores cada 1.000 habitantes, mientras que países como Francia tienen 10 y Singapur, 11.
Ejemplos de retroceso: el genoma de la yerba y la biorrefinería
Flores recordó investigaciones que ponen en evidencia el potencial del sistema científico argentino. “En 2014, un trabajo conjunto entre el IBS, la UNaM y el INTA descifró más de 30.000 genes de la yerba mate. Fue noticia a nivel nacional e internacional. Esa investigación llevó años y, si se frena, se pierde un conocimiento que después habrá que importar a un costo mayor”.
También mencionó el trabajo del Instituto de Materiales de Misiones, que investiga el aprovechamiento de la biomasa de la industria forestal: “Son desarrollos clave para el crecimiento social y económico de la provincia y el país”.
El modelo de país que excluye a la ciencia
“La razón de fondo de estos recortes es el modelo de país que está en marcha, atado a la agroexportación y la minería, que no contempla el desarrollo social ni la ciencia como motor de transformación. En ese modelo, organismos como CONICET, INTA o el INMwT no tienen lugar”, sostuvo.
Y remarcó: “La ciencia es una de las potencialidades de Argentina. Tenemos premios Nobel, reconocimiento internacional. Pero si no la financiás, la perdés. Y después, cuando necesites desarrollos tecnológicos, vas a tener que comprárselos a quienes se fueron”.
El caso INMET: un cierre que duele
Flores también se refirió a la disolución del INMeT a través del Decreto 461. “Fue un golpe muy fuerte. Ni el director lo esperaba. Habían pasado todas las auditorías y no hubo aviso oficial. Se trata de un instituto con laboratorios de punta, con reconocimiento nacional e internacional, incluso con trabajos articulados con el Ejército Argentino. Cerrar eso no tiene sentido”, lamentó.
Según señaló, el argumento de “ineficiencia” es una excusa. “Tenemos 17 tesis realizadas, más de 400 artículos publicados. Pero usan ese discurso de desprestigio. Como dijo alguien que sabía: ‘Miente, miente, que algo quedará’”.
“El problema es que cada vez se agudizan más los conflictos. Estamos perdiendo recursos humanos valiosísimos, y eso es muy difícil de revertir. Si alguien se va a investigar a otro país, se integra allá, y después, cuando cambie la política, ¿cómo lo traés de vuelta?”, se preguntó.
“Cuando necesites tecnología, vas a tener que comprársela a esa misma persona formada en Argentina y captada por otro sistema”, concluyó.
Flores finalizó informando que los investigadores se mantienen en alerta y movilización permanente. “Mañana habrá una jornada de lucha en el Polo Científico, con asamblea para organizar cómo seguir. Además, se vencen los plazos para las becas posdoctorales y la convocatoria de ingreso a carrera 2023, y no hay ingresos. Esa es nuestra preocupación más urgente ahora”.




