
“El hijo” es uno de esos thrillers psicológicos que no da tregua. Disponible en Netflix, esta producción argentina dirigida por Sebastián Schindel y protagonizada por Joaquín Furriel se ha convertido en una de las joyas ocultas de la plataforma.
Pero lo que parece una historia clásica de suspenso pronto se transforma en un relato sofocante, de esos que se sienten como una amenaza constante.
Estrenada en 2019, “El hijo” está basada en el cuento “Una madre protectora” del reconocido escritor argentino Guillermo Martínez. Esta inspiración literaria se percibe en cada capa del film, donde los silencios, las miradas y la ambigüedad pesan más que las palabras. Desde el primer momento, la narrativa propone una duda incómoda: ¿se puede confiar en lo que se ve?
De qué trata la película “El hijo”
La historia gira en torno a Lorenzo Roy, interpretado por Joaquín Furriel, un pintor que, tras un divorcio doloroso, intenta rearmar su vida. Su mundo parece encaminarse cuando inicia una relación con Sigrid, una joven noruega encarnada por Heidi Toini. La noticia de un embarazo debería ser una alegría, pero es ahí donde comienza la pesadilla.
A medida que avanza el embarazo, Sigrid se convierte en una figura opresiva. Controladora, evasiva, inaccesible. Lorenzo empieza a perder el control de su realidad. ¿Está ella realmente ocultando algo? ¿O es su mente la que comienza a desmoronarse?
Lo notable es que la película no ofrece certezas, sino que instala la duda como recurso principal. Y es esa incomodidad la que termina por atrapar al espectador.
Más allá del thriller: un drama psicológico
Aunque se la clasifica como thriller psicológico, El hijo también puede leerse como un drama íntimo sobre la paternidad, el control y la paranoia.
La película plantea un conflicto moral que incomoda: ¿hasta dónde puede llegar una madre por proteger a su hijo? y ¿hasta dónde puede caer un padre que se siente desplazado?
El resultado es una historia tensa, que no busca ofrecer respuestas sino provocar al espectador. Y ese es uno de los grandes méritos del film: logra incomodar sin necesidad de violencia explícita ni giros forzados.
Fuente: A24.







