Como proyecto sustentable, Camilo Furlán junto a su familia tienen un laboratorio de investigación en Cerro Corá donde buscan fortalecer a los productores locales con el uso de material biodegradable para el cuidado del medioambiente y la salud.
Ahora, el joven autodidacta de apenas 20 años, lleva adelante un proyecto innovador: transformar basura en combustible para un vehículo.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN explicó que “el proyecto que estoy llevando a cabo de la ‘chata a basura’, una F-100 que funciona con basura como combustible, replica el modelo de Edmundo Ramos, que es un ingeniero cordobés que básicamente mejoró un sistema preexistente, que bueno, existe prácticamente desde los años 40”.
En febrero de este año, Camilo decidió registrar día a día el proceso de intentar que la camioneta funcione con basura. “Consiste en un vehículo que usa materia orgánica seca como combustible”, dijo y agregó que siguiendo los manuales gratuitos de Ramos, que permiten emprender ajustes a proyectos propios, como auto-basura, moto-basura o generador a basura, se propuso demostrar que era posible hacer funcionar su camioneta sin nafta y “un sistema extremadamente sencillo”.
Fabricó el gasificador usando el cilindro de un calefón a leña y un matafuego como filtro: “Es tan simple como un tambor metálico con una entrada y una salida. Así que después podés filtrar el combustible que va saliendo y lo que hace es quemar la basura dentro de un tacho y el humo que sale es el combustible. Ese humo va al motor como si fuese el GNC, como si fuese un gas, sin hacer ninguna modificación y funciona”, relató.
El combustible que utiliza la camioneta es la carbonilla, un residuo de la producción de carbón vegetal muy abundante en Cerro Corá. “No puede ser cualquier materia orgánica seca, porque tenés que carbonizarla para que funcione bien”, aclaró Camilo.
Para adquirir esta materia prima, contó que “cuando se produce ese carbón, un residuo que se tira y es muy común es la carbonilla, que es un carbón que es demasiado finito como para vendértelo y que hagas tu asado”.
La carbonilla, que normalmente se descarta, se convierte así en un recurso importante. De esta manera, sostuvo que “la idea de este proyecto es demostrar que algo que se tira es tan valioso como la nafta y tiene muy alto rendimiento”, afirmó. De hecho, con 15 kilos de carbonilla, la camioneta puede recorrer 100 kilómetros, y una moto con el mismo sistema puede recorrer esa distancia con solo 3,5 kilos.
Camilo destacó que el sistema de Edmundo Ramos logró una mejora clave del sistema con la simple incorporación de agua, llegando a “duplicar el rendimiento”. Con esta innovación logró que usar este material orgánico sea “equivalente a los combustibles fósiles, como la nafta”, agregó. El sistema aprovecha así insumos básicos, baratos y fáciles de conseguir, y permite que el motor funcione sin modificaciones.
El proyecto se concretó después de unos 60 días de trabajo. “Recientemente pudimos concretarlo, yo vengo haciendo mi revista en redes, el diario del proceso de elaboración del proyecto, hasta que logramos hacerlo funcionar”, recordó.
Celebró además que hasta Misiones “vino el mismísimo Edmundo Ramos desde Córdoba el día que lo hicimos arrancar y efectivamente encendió”. Ahora, trabaja en los ajustes finales para que la camioneta pueda recorrer la provincia y dar a conocer el proyecto en escuelas y municipios.
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Tecnologías agrícolas
En Cerro Corá, Camilo Furlán y su familia han creado un laboratorio de proyectos, donde contó que trabajan “en lo que es una base de investigación, experimentación y diseminación de tecnologías agrícolas sustentables”. El objetivo “es poner en valor estas cosas, ayudar a los productores, empoderarlos con las cosas que tienen en la mano”, remarcó. Además de la chata a basura, su padre trabaja en el proyecto “pan sin veneno”, que busca producir trigo orgánico, sin químicos ni petróleo durante la cosecha.
En este proceso de investigación, recordó que, hasta hace poco, la conectividad en la chacra era muy limitada y “había que ir a hacer unos 300 metros monte adentro en busca de una ‘E’ de señal en un teléfono y con eso investigar, buscar información y trabajar”. A pesar de las dificultades, desarrolló proyectos como un sensor de humedad y un polígrafo para plantas, que mide el estado de las mismas ante los estímulos externos. Comentó que siempre la intención es que estos dispositivos sean sencillos, baratos y replicables en las escuelas y municipios de la provincia.









