“El tiempo pasa muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan, pero para quienes aman el tiempo es eternidad”, W. Shakeapeare.
¿En qué lugar estás hoy en tu vida? ¿Entre los que esperan, temen, sufren, gozan o aman?
No solemos hacernos estas preguntas, pero cuando podemos contestarnos y darnos cuenta dónde estamos parados, podemos liberarnos de las cadenas del ego.
Mientras tanto vivimos en automático, yendo a trabajar, volviendo a la casa, llevando los chicos a la escuela, yendo al supermercado y así los días suceden y pasan. A veces estamos enganchados horas escuchando la vida de otra persona, hablando o criticando la vida de otro y poco pensamos en la nuestra. Si nos gusta cómo estamos viviendo.
¿Qué estamos siendo? ¿Se acerca nuestra vida a la que habíamos soñado?
Somos los actores principales en nuestra vida, sin embargo, muchas veces estamos observando desde afuera. Para poder amar primero tenemos que sanar nuestro corazón y esto requiere de mi mayor compromiso. Tenemos que bucear dentro nuestro e ir donde están esas emociones sentimientos y creencias más profundas. Abrazar esas heridas, sentirlas y darnos cuenta que eso que nos pesa no nos deja amar.
La autenticidad de ser uno mismo es tan liberador como la lluvia que cae después de una gran sequía, riega el suelo y permite crecer y florecer semillas que estaban ahí esperando para salir.
Así sucede con nuestra alma, está ahí necesitando esa lluvia para poder liberarnos y limpiar todo aquello que no nos sirve, para poder dejar salir todos nuestros dones y virtudes que son únicos en nosotros y que solo tiene un fin: servir a un otro.
Hoy te invito a pensar en esos dones y virtudes que tenés. Eso que sentís que lo hacés bien y te hace bien. Anímate a preguntarte: ¿Cuándo fue la última vez que me sentí útil? Siempre es un buen día para conectar con esa gran capacidad de amar que tenemos los seres humanos. Para amarnos a nosotros mismos, amar la vida y a nuestros hermanos que están ahí, igual que nosotros aprendiendo a vivir. Bendiciones .
Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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