En el barrio San Isidro de Posadas, Sandra Bonifacio personifica el espíritu tenaz y trabajador de una misionera que ha dedicado su vida a la tierra, a la familia y a la comunidad.
Hija del legendario “Tigre” De Olivera, pionero de las ferias francas de Posadas, Sandra ha estado en contacto directo con la tierra desde sus primeros años, involucrada en la crianza de pollos, cerdos y en la elaboración de productos derivados como milanesas de pollo y embutidos.
Desde su infancia, Sandra vivió en el barrio Nemesio Parma cerca de la comunidad laosiana, un asentamiento que comenzó a formarse en los años 80 en Misiones. Aquellos años estuvieron marcados por mitos y temores sobre la comunidad. “Mis padres nos decían que los Laos ‘comían a la gente’. Nos advertían que, si veíamos a alguien de esa comunidad, debíamos escapar”, recuerda Sandra con un tono de asombro y nostalgia. “Yo solía pensar que, dentro de su predio, todos eran como monjes shaolin”.
La atmósfera de misterio se intensificó con un incidente trágico en los años 80. Un avión se estrelló cerca de Posadas y se reportó la desaparición de una mujer mayor. En medio de los rumores, la policía local, presionada por la prensa y la opinión pública, allanó las casas de la comunidad laosiana en busca del cuerpo, creyendo erróneamente que los laosianos estaban involucrados. Sandra y sus hermanas, siguiendo las advertencias de su padre, se mantenían alejadas de la comunidad.
Sin embargo, el destino tenía otros planes para Sandra. En un acto de valentía y curiosidad, se adentró en la fiesta de la colonia laosiana, donde conoció a Maitry, un miembro de la comunidad. “Cuando entré, Maitry estaba cantando en una tarima. Al verme, cambió la canción y comenzó a cantarme a mí”, recuerda Sandra con una sonrisa que refleja la magia de aquel momento. Este encuentro fortuito dio inicio a una historia de amor que ha resistido la prueba del tiempo. Sandra y Maitry se casaron y tienen cuatro hijos juntos.
La vida de Sandra no ha estado exenta de dificultades. A pesar de los prejuicios y las dificultades personales, ha trabajado incansablemente en la chacra familiar. Ha sido una pieza clave en la comisión directiva de las ferias francas de Posadas, y en 2010 lanzó un proyecto para revitalizar la producción agrícola y ganadera, mejorando la calidad de vida de su familia y ofreciendo productos frescos y caseros a la comunidad.
Sandra enfrentó numerosos retos, no obstante, su resiliencia y amor por la tierra y su familia siguen siendo inquebrantables. Su hogar en San Isidro es el centro de su vida.
Actualmente, Sandra está en el segundo año de Enfermería y trabaja en la Asociación de Ferias Francas de Posadas, puesto que se ganó gracias a su constante lucha por la asociación de ferias francas.
“Criar a los hijos sanos y ofrecer productos con sabor original y casero para nuestros clientes es lo más importante para mí”, afirmó con determinación.
Su labor en la feria franca de la chacra 32-33, los domingos, es un reflejo de su compromiso con la calidad y la autenticidad. “El trabajo es muy sacrificado, especialmente para las mujeres, pero se hace con alegría al saber que es un recurso económico para vivir mejor y para ofrecer lo mejor que se pueda”.
Sandra Bonifacio continúa adelante, demostrando que, a pesar de los mitos, los prejuicios y las dificultades, el amor y la dedicación pueden transformar vidas y comunidades. Su historia es un testimonio de fuerza y determinación en el pintoresco paisaje de Misiones.