En el paraje Aristóbulo del Valle Chico, del municipio de 25 de Mayo, vive Andrea Silvana Bos, una mujer de 39 años cuya vida está profundamente marcada por su dedicación a la agricultura orgánica. Su historia es un testimonio de cómo la pasión y el compromiso pueden no solo transformar una vida, sino también impactar positivamente en una comunidad.
Andrea nació y creció en la chacra, una localidad caracterizada por sus extensas plantaciones de tabaco y cultivos anuales. Desde pequeña, estuvo inmersa en un entorno agrícola, influenciada por su madre, quien le enseñó los secretos del cultivo de la tierra.
A los 9 años, tras la separación de sus padres, Andrea quedó bajo el cuidado exclusivo de su madre. Esta temprana experiencia en el mundo rural no solo consolidó su amor por la agricultura, sino que también sembró en ella la semilla de lo que sería una vida dedicada a la huerta orgánica.
Hasta los 17 años, Andrea completó sus estudios en la Escuela de la Familia Agrícola. Posteriormente, se mudó a la ciudad para continuar su educación, especializándose en agricultura orgánica. Durante este tiempo, adquirió conocimientos esenciales para la implementación de huertas sustentables. Este período de formación resultó crucial para el desarrollo de su futuro proyecto agrícola, donde aprendió a cultivar de manera responsable y en armonía con el medio ambiente.
Actualmente, Andrea está llevando a cabo grandes proyectos en su chacra. Creó una huerta orgánica donde cultiva una amplia variedad de verduras, incluyendo choclo, zapallo, pepinos y otros vegetales.
Este emprendimiento no solo le permite producir alimentos para el autoconsumo, sino también ofrecer productos frescos y naturales a los vecinos de 25 de Mayo mediante las ventas puerta a puerta a clientes que todas las semanas esperan su canasta de productos frescos. La huerta se convirtió en un pilar central en su vida, generando beneficios tanto económicos como personales.
La dedicación de Andrea a su huerta tuvo un impacto significativo en su salud y bienestar. Al producir sus propios alimentos, logró mantener una dieta sana y natural.
Además, la elaboración de abonos e insecticidas naturales le permitió manejar su huerta de manera eficiente y sustentable a lo largo del año. La actividad agrícola no solo es una fuente de ingresos, sino también una manera de conectar con la naturaleza y mejorar su calidad de vida.
La organización y el mantenimiento de una chacra no son tareas simples; dependen en gran medida de las condiciones climáticas y del rendimiento de los cultivos. Sin embargo, Andrea logró mantener su huerta en funcionamiento durante todo el año, generando ingresos tanto semanales como diarios. La naturaleza liviana del trabajo y el espacio manejable de la huerta orgánica hacen de este emprendimiento una actividad accesible y gratificante.
A lo largo de su trayectoria, Andrea participó en diversas actividades relacionadas con la agricultura familiar, lo que le permitió superar obstáculos y fortalecer su proyecto. Un apoyo crucial fue el programa nacional Banco de Maquinarias, Herramientas y Materiales para la Emergencia Social. Este programa, destinado a proyectos que desarrollan iniciativas productivas, le proporcionó herramientas y capacitación esenciales para el desarrollo de su huerta. Gracias a este apoyo, Andrea logró avanzar en su proyecto agrícola de manera significativa.
Además de los beneficios económicos, la huerta orgánica tuvo un impacto positivo en la vida personal de Andrea. Durante un período de depresión severa, el trabajo en la huerta le ofreció un sentido de propósito y conexión con su entorno. Las capacitaciones, charlas y talleres, junto con el apoyo de los técnicos y las reuniones periódicas, fueron fundamentales para su recuperación. La huerta se convirtió en una fuente de esperanza y en una nueva razón para seguir adelante.
Andrea Silvana Bos está profundamente agradecida a todos los que apoyaron su camino. Su experiencia demuestra cómo la agricultura orgánica puede ser una fuente de bienestar y un catalizador para el cambio personal. Invita a todos a considerar la incorporación de una huerta orgánica en sus vidas, resaltando que no solo es una actividad rentable y sustentable, sino también una oportunidad para conectarse con la naturaleza y encontrar un propósito renovado.
La historia de Andrea es un ejemplo inspirador de cómo la dedicación, el conocimiento y el apoyo pueden transformar una pasión en una realidad exitosa. Su huerta orgánica en La Chacra sigue floreciendo, reflejo de su compromiso con una vida en armonía con la naturaleza y con su comunidad.