A los 31 años, Vanina Soledad Schultz encontró su lugar en el mundo en Picada Libertad, una encantadora zona del municipio de Aristóbulo Del Valle. Situada a unos 12 kilómetros de la ruta principal y cercana a la Escuela 570, esta comunidad se ha convertido en su hogar desde hace tres años, cuando decidió mudarse a una chacra junto a su esposo y sus dos hijos, Lautaro de nueve años y Ashley de dos.
Esta mudanza no solo le brindó un nuevo propósito, sino también un renovado sentido de conexión con sus raíces.
Aunque Vanina creció en una familia dedicada a la producción agrícola, sus primeros años la llevaron a la ciudad, donde exploró diferentes caminos. Sin embargo, el llamado de la tierra y el deseo de profundizar sus lazos con la agricultura la condujeron de regreso al campo. Este regreso marcó el inicio de una nueva etapa en su vida, en la que la chacra se convirtió en el centro de su dedicación y trabajo arduo.
El día a día de Vanina es un equilibrio constante entre las responsabilidades del hogar y las labores agrícolas. Comienza su jornada con el cuidado de su familia y el mantenimiento de su hogar, para luego sumergirse en el trabajo en la chacra.
Su experiencia en un vivero le ha proporcionado habilidades valiosas en la siembra y cultivo de mandioca, frutas y verduras. Con esmero, ha visto crecer alrededor de 8.000 plantas, y actualmente cuida unas 3.000 que siguen floreciendo bajo su atención.
La chacra no se limita al cultivo de mandioca. Vanina también maneja la producción de maíz, granos y porotos, y se encarga de la cría de cerdos y gallinas. Su compromiso con la agricultura y la comunidad es profundo; no solo trabaja la tierra, sino que también participa activamente en la comisión de la escuela y de la iglesia, dedicando tiempo y energía para mejorar la calidad de vida de sus vecinos.
Este año, Vanina se ha fijado un objetivo ambicioso: cosechar aproximadamente 20.000 kilos adicionales de mandioca. Su visión es clara y decidida, buscando no solo aumentar la producción de la chacra, sino también asegurar un futuro próspero para su familia y su comunidad. Su pasión y dedicación se reflejan en cada aspecto de su vida, demostrando que, con esfuerzo y compromiso, es posible alcanzar grandes logros.
La historia de Vanina Soledad Schultz es un ejemplo de perseverancia y éxito en la vida rural. Su habilidad para equilibrar las responsabilidades familiares con el trabajo agrícola es testimonio de que las raíces pueden ofrecer mucho más que un simple origen; pueden ser el terreno fértil donde se cultiva un futuro prometedor. Su vida es una prueba viviente de que, con determinación y pasión, se pueden lograr grandes cosas.