Cada 13 de mayo se celebra el Día del Niño Hospitalizado, un día muy especial y emotivo establecido en la “Carta de los derechos del niño hospitalizado” del Parlamento Europeo (1986) para homenajear a estos pequeños valientes y agradecer a las personas que hacen más llevadero el tiempo que las niñas, niños y adolescentes permanecen dentro de los centros asistenciales por motivos de salud.
Es un día en el que se busca dirigir las miradas a la infancia hospitalizada y a sus familias, y analizar en qué medida se puede avanzar en el reconocimiento y la garantía del cumplimiento de los derechos de los menores hospitalizados.
En ese sentido, se hace hincapié en la mencionada Carta que los niños solo deben ser internados si el cuidado que requieren no puede ser igualmente provisto en su hogar o de forma ambulatoria. Una vez en el hospital, tienen el derecho de estar todo el tiempo junto a sus padres, los cuales deben ser informados, ayudados y alentados para que compartan el cuidado de sus hijos.
Si bien se ha avanzado mucho en la humanización de la salud, aún quedan retos pendientes que se hacen más evidentes cuanto más precario es el contexto económico de un país y región, que se verifica de forma directa y práctica en menor cantidad de personal y de recursos disponibles para cumplir con todos estos requisitos que -como cualquier “decálogo” o listado de derechos o consejos- requieren de mucho esfuerzo presupuestario para no convertirse en letra muerta.
De cualquier modo, las estrecheces que se viven de forma creciente por estas latitudes no deben ser un obstáculo. Que lo mejor no sea enemigo de lo bueno y que, con ingenio, capacitación y conciencia, se haga todo lo posible. Los chicos y sus familias, que ya padecen un contexto estresante, doloroso, muy difícil desde el punto de vista emocional y hasta se podría decir injusto, agradecerán cualquier esfuerzo en ese sentido. No se trata de sobrevivir, sino de apostar a la calidad de vida.