Sentimos en nuestro interior que el momento de un cambio ha llegado, nos preparamos para este momento, ahora solo queda ¡hacerlo!
Puede ser dejar un trabajo, una pareja, empezar un proyecto, sanar un viejo dolor escondido, el hecho es que es hora de ponernos en marcha. Sentimos en nuestro interior esa voz que nos grita ¡ahora! sabemos dónde nos gustaría estar y que para llegar ahí debemos recorrer un camino hacia nuestro interior, hacer cosas, para que pasen cosas.
Cuando sentimos que el lugar donde estamos no nos hace felices, ha llegado el momento de emprender un nuevo viaje de crecimiento hacia donde nos gustaría estar.
A veces escuchamos “la vida es como un viaje”, pero yo creo que la vida está hecha de muchos viajes, donde en cada uno aprendemos algo, que luego nos sirve para la siguiente aventura.
Vinimos a esta vida a aprender y a ser felices, nuestra esencia es cambiar y crecer, no vinimos a solo “permanecer o transcurrir”.
Cada uno de nosotros estamos hecho de sueños, y tenemos un propósito, una luz única que para brillar necesita que nos animemos a hacer, caernos y levantarnos, vivir, porque esta vida no es eterna y lo más triste es irnos sin haber mostrado nuestra luz.
Es hora de irnos, de empezar ese viaje de crecimiento postergado, de animarnos a “saltar” y arriesgarnos sin saber bien como es el camino.
El éxito está lleno de fracasos de los cuales hemos aprendido, y está lleno de coraje, disciplina y de llamadas de crecimiento que supimos escuchar.
Nada es más poderoso que una decisión, y siempre estaremos a tiempo de cambiar el rumbo, si el que elegimos no nos gusta.
La vida se construye de sucesivos viajes que nos ayudan a subir cada vez un poco más, como dice una frase que desconozco su autor: “La cima de una montaña es tan solo el piso de la siguiente montaña”.
Por Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
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