“Con la Ley Ómnibus, van a cometer el mismo error que la otra vez, no aprendieron nada”, “creen que con el relato alcanza”, “están cometiendo los mismos errores en la construcción de mayoría”… las frases van en la misma dirección y describen la falta de habilidad política o directamente el desinterés del oficialismo en armar una estructura desde la cual avanzar en la reconstrucción de la economía argentina.
Pero lo curioso en este caso es que no provienen del riñón de la oposición, sino que se trata de verdadero “fuego amigo” que surge de sectores incómodos del PRO, hasta hoy un aliado del gobierno libertario. La irrupción de Mauricio Macri a la cabeza del partido amarillo le da entidad a esa versión e instala rápidamente la sensación de la construcción de candidaturas para las elecciones por venir.
“No nos casamos, ni novios somos (de LLA)”, advierten integrantes del PRO que ven como una y otra vez rechazan sus propuestas mientras sospechan que el oficialismo confía ciegamente en que los amarillos van a acompañar al momento de la votación a como dé lugar.
Es evidente entonces que la composición del Gobierno con referentes del ala dura del PRO (Patricia Bullrich y Luis Caputo, entre otros) no garantiza una gestión de coalición y sí la obligación de acompañar con el voto.
Pues bien, a juzgar por los comentarios de los líderes amarillos y la vuelta de Macri a la cabeza del partido, lo que parece asomar es una especie de precoz divorcio. Todo ello mientras el presidente y su vice se toman fotos juntos para luego seguir evidenciando diferencias.