Si nadie se da cuenta, entonces no pasa nada. No es la primera vez y seguramente no será la última que un presidente que se considera un nuevo paradigma de la política se firme un suculento aumento de sueldo. En algún punto lo hicieron todos, algunos incluso más de una vez, pero Javier Milei destaca por su inmediatez y también por su enorme doble vara.
Días atrás, en otra editorial titulada “Más efectivo”, esta columna graficaba el rasgo distintivo del actual presidente, cuyo “éxito” radica en soltar frases cortas y duras, identificar y exteriorizar a los “jinetes del fracaso” y evadir las culpas mientras las soluciones siguen sin aparecer. Nada que no hayamos visto, advertido y escrito en las presidencias anteriores.
El título de hoy no solo viene a confirmar esa tesis, sino que además sirve para retratar el suculento aumento que Milei firmó para sí mismo y para sus colaboradores más cercanos. Aumento que, dijo ayer, retrotraerá, pero solamente después de que su doble vara quedara al desnudo mediante publicaciones periodísticas.
Fue otra enorme ambigüedad en medio de una semana que volvió a tener a la dirigencia política muy de espaldas al pueblo. Sucedió apenas horas después de que dos de las espadas libertarias en el Congreso, Victoria Villarruel y Martín Menem, firmaran fuertes aumentos en la dieta de los legisladores.
En las horas posteriores, el propio Menem defendió la polémica medida, pero solo cuando estalló el escándalo a partir del conocimiento público fue que el presidente Milei expuso que no estaba de acuerdo y entonces ordenó dar marcha atrás.
“No me vengan con que no les alcanza. Hay muchísima gente que la está pasando peor. El 60 por ciento de la Argentina es pobre”, justificó acertadamente el mandatario que, pese a los datos duros de la realidad, intenta convencernos de que el ajuste lo paga la casta política y empresarial y no los trabajadores y los jubilados.
La constante doble vara volvió a poner en aprietos al Presidente, que ayer debió anular otro suculento aumento, nada menos que el suyo. Las culpas hacia atrás, propias del libreto de la casta política que dice combatir y que integra su gobierno, intentaron evadir la contundencia de su firma.
El mandatario suele advertir en sus entrevistas que “no hay plata porque se la robaron los políticos chorros e ineficientes”. Una frase corta y efectiva que suele usar para abroquelar a sus seguidores. Pero la mera declaración de una verdad contundente no lo exime de los matices. El rendimiento de los bonos soberanos y los activos argentinos explican que para el mercado sí hay plata. También los aumentos para legisladores, para el Presidente y para sus ministros.
Milei no es muy distinto a sus predecesores, solo su discurso es más efectivo.