Cuando Louis Althusser escribió acerca de la ideología y los aparatos ideológicos de Estado, sopesó que las evidencias por las cuales una palabra “designa una cosa” o “posee una significación” se ubicaban, junto con la evidencia de ser sujetos, al nivel de los efectos ideológicos fundamentales. A los efectos de este artículo se puede decir que el debate fue mutando de una grieta a otra.
La elección del adversario como clave del modelo de acumulación política sintetiza la eficacia narrativa del actual Gobierno nacional y la nueva grieta que instauró Javier Milei: o están conmigo o contra mí.
Mientras la situación económica de los argentinos se degrada y mientras la dirigencia opositora discute su manera de gestionar, el Presidente avanza en su propósito y licua todo a su paso. La estrategia, cuando el contexto no favorece, es justamente redoblar la estrategia.
Antes era la “corpo”, hoy es la “casta”. Redefinir la identidad propia en oposición al otro da resultados, al menos en apariencia… al fin y al cabo parece ser lo que importa cuando se trata de levantar la moral interna.
Cuando la caída de la Ley Ómnibus y la judicialización del mega DNU mellaron la confianza de las tropas oficialistas, reapareció con más fuerza la ofensiva fiscalista y desreguladora a la par de las descalificaciones. Así no hay mediación posible y la nueva/vieja grieta no hace más que ensancharse. Ya no se trata entonces de buscar el mejor camino, sino de ser el propietario de la verdad, aunque eso signifique más pobreza, por ejemplo. A veces el remedio mata más rápido que la enfermedad.
La verdad, en tiempos de redes sociales y memes, es eso que todos reclaman y aseveran conocer y que permite la autoafirmación. La verdad entonces termina siendo algorítmica y queda sometida a la cantidad de likes que traccione. La intensidad del discurso atrae la atención y la posibilidad de lograr más aceptación y con ello capitalizar y plasmar una idea.
El “ganador” (el que celebra al final del día, porque las batallas ahora son diarias) no se determina por sus argumentos, sino por el volumen de coincidencias con sus posiciones subjetivas. Entonces ya no solo la verdad, sino que el debate también es algorítmico. Los reduccionismos se vuelven peligrosos, aparecen los memes y la banalización acerca de lo que se discute es brutal. No hay perspectiva posible.
Los pasos
Milei busca capitalizar el fracaso de su Ley Ómnibus. Para ello elabora una agenda de decretos que reemplazan algunas partes de la norma que murió en el Congreso y otra con proyectos para enviar a las cámaras y presionar públicamente a los legisladores de su “lista negra” que publicó en sus redes.
La intención es ganar en las redes y en la opinión pública lo que perdió en el debate legislativo y en los acuerdos con gobernadores y legisladores.
El primer paso fue la andanada de entrevistas que concedió a los medios a su regreso de la gira internacional. El segundo fue anunciar que irá al Congreso (el mismo al que le dio la espalada cuando asumió) el 1 de marzo para dar su discurso ante la Asamblea Legislativa. El tercero es el anuncio y envío de leyes que “sigan exacerbando el principio de revelación, así cada vez que votan en contra queda bien clarito quiénes son los dedos sucios”, sentenció. Mientras tanto la aplanadora fiscal y de licuación avanzará a fuerza de decretos.
La oposición, en tanto, se prepara para ese nuevo escenario. A propósito, las “conversaciones reservadas” se intensificaron tras la caída de la ley de Bases. Los teléfonos de Miguel Ángel Pichetto, Cristian Ritondo y Rodrigo de Loredo no dejan de sonar.
Lo que también puede cambiar es justamente la composición de esa oposición a la luz de las negociaciones que llevan adelante el ala dura del PRO con los libertarios.
Sobre los decretos con los que Milei buscará tomar distancia del Congreso, algunos ya fueron esbozados (eliminación de los fondos fiduciarios, a los que el mandatario calificó como “cajas negras de la política”) y se sabe que varios se darán a conocer esta semana. Entre ellos cuenta la desregulación de las obras sociales y muy posiblemente la reforma del sistema previsional.
“Toto” el poder
Cuando el vocero Manuel Adorni anunció la semana pasada la eliminación de los fondos fiduciarios “que representan medio punto del PBI, unos 2.000 millones de dólares”, argumentó la medida en la necesidad de ponerle fin a las “cajas que utilizan a discreción los políticos de la casta”. Adorni omitió la explicación conceptual, porque si se eliminaran dejarían de existir y no quedarían en manos del Tesoro bajo la tutela del ministro Luis “Toto” Caputo, que es en realidad lo que va a ocurrir.
Adorni no confirmó cuáles serán los fideicomisos sobre los que el Gobierno tiene su mirada, pero se filtraron algunos que se analizaron en la reunión en la que, al filo del cierre de la semana, participaron los principales técnicos del área económica, la legal, y también el asesor sin cargo: Federico Sturzenegger.
Transporte Eléctrico Federal (interconexión energética), Desarrollo Provincial (reformas económicas de los gobiernos provinciales), Capital Social-Foncap (desarrollo de microemprendimientos), Infraestructura de Transporte (compensador para obras viales y para el sistema de transporte público), Infraestructura Hídrica (obras y compensaciones tarifarias), Procrear (acceso a la vivienda propia), Seguridad Aeroportuaria (infraestructura y vigilancia en aeropuertos), Cobertura de Salud (cobertura universal de salud y equipamiento médico), Progresar (ayudas a jóvenes de bajos ingresos para completar sus estudios e insertarse en el ámbito laboral) y Fondo estabilizador del trigo (subsidios cruzados para evitar la suba del precio del trigo) fueron los nombres sobre los que se discutió.
¿Contradicción?
“Ahorristas queman dólares del colchón para pagar cuentas y Milei festeja”, fue unos de los tópicos de la semana. La respuesta también contiene una fuerte preocupación.
La ofensiva fiscalista y desreguladora de Milei requiere que los argentinos que atesoraron dólares los saquen y vendan incluso si está justificado por el derrumbe del salario real. Ello quedó en evidencia cuando retuiteó una nota de El Economista, titulada “Por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para llegar a fin de mes”. Fue más polémico por el día en el que lo hizo, cuando se conoció el dato de la inflación de enero, que confirmó las proyecciones de un primer trimestre por encima del 75%.
Pero la preocupación no pasa por el día, sino por la profundidad del mensaje. Es que no queda claro si Milei celebra el desahorro obligado frente al crecimiento de la pobreza o si, por el contrario, busca una momentánea estabilización anclada en la licuación de los ingresos.
Esa dinámica también conlleva un riesgo enorme para las pequeñas empresas que quedarían al borde de la descapitalización al cubrir gastos corrientes.
Si así fuera, el Presidente estaría apostando en contra de los postulados que afirma defender, los de la escuela liberal austríaca.
Con todo, los mecanismos que aplica el Gobierno para moderar los efectos de la crisis heredada parecen ser más nocivos que la propia crisis. Según datos del Observatorio Social de la Universidad Católica, la devaluación impulsó fuertemente la pobreza que ya alcanzó el 57% en enero último. Lo dicho, a veces el remedio mata más rápido que la enfermedad.