Luego de jornadas intensas la semana pasada, el presidente Javier Milei supo dos cosas importantes: que información confidencial era filtrada; y que su ley insignia, la de Bases, no saldría adelante en el Congreso.
Las decisiones entonces fueron rápidas: echó al ministro que filtraba datos sensibles y dio de baja “el capítulo fiscal” de la Ley Ómnibus. Sin embargo, la reacción, por rápida que fuera, no lo eximió de sufrir los efectos de su primera y dolorosa derrota política.
Lo que sucedió deja desnudo a un Gobierno que hasta la semana pasada hacía gala de su capacidad de avanzar contra todo, incluso de su propia plataforma de campaña. “El ajuste lo pagará la casta”, decían, pero en pocas semanas el slogan se diluyó, la casta se asoció fuertemente al Presidente y el ajuste hasta hoy lo sufre grandemente la sociedad.
Sin embargo, ahora que el Gobierno entendió que sin acuerdos y negociaciones con la oposición será imposible sobrevivir, sacó a relucir ese pragmatismo que había perdido y da de baja aquello que no estaba dispuesto a resignar.
“Habrá que avanzar en el ajuste sobre la política, tal como se están ajustando los argentinos debido a que el compromiso del Gobierno con el déficit cero es inquebrantable”, advirtió el Gobierno en la cuenta en la red X de la Oficina del Presidente. Era por donde iba a empezar el recorte y, sin embargo, los únicos que vienen ajustados son los argentinos que no son parte de “la política”.