En agosto de 2020, “Monito”, superó la treintena de expedientes judiciales por delitos contra la propiedad. Hoy tiene 28 años y su prontuario sigue en crecimiento, tanto como la bronca por la inseguridad que manifiestan los vecinos de la chacra 93, 84 y 83, entre otras de la zona Oeste de Posadas.
Durante los primeros minutos del miércoles pasado, dos jóvenes lo atraparon en flagrancia y lo redujeron a golpes hasta que llegó un patrullero de la comisaría Sexta y concretó la detención.
El joven aprovechó una puerta abierta e ingresó a una vivienda para intentar robar una motocicleta 110. Cometió un error, hizo ruido y no se percató que en el inmueble dos amigos lo oyeron, observaron la pantalla de las cámaras de seguridad, lo descubrieron y corrieron hasta interceptarlo en el cruce de la calle Barreyro y avenida Las Heras.
Las imágenes del sistema de seguridad son elocuentes: José “Monito” Martínez observa la cámara e intenta igual llevarse el vehículo, pero con la mala fortuna que lo observaron antes.
PRIMERA EDICIÓN dialogó con la propietaria de la vivienda que prefiere el anonimato para no aumentar el temor por la inseguridad. “Ya lo conocemos hace muchos años y nadie lo puede parar. Volverá a salir y a merodear el barrio a toda hora hasta conseguir algo más para robar. Hace seis meses una mujer grande lo descubrió en su garaje y este muchacho la atacó con un machete y por poco no la mata”.
“El miércoles de madrugada entró en mi casa y mi hijo y un amigo lo corrieron y atraparon. Ya cansa que la policía no tenga herramientas y nosotros respuestas de ellos para frenar la situación de inseguridad. Estamos esperando lo peor con ‘Monito’ porque no podemos responder por los vecinos si están armados y se topan con el”, resumió la sensación tamizada de bronca, fastidio y resignación.
Pedido de ayuda
El drama de “Monito” Martínez hace tres años fue aceptado y relatado por su padre a este Diario pocos días después de una fuerte golpiza y aprehensión similar en agosto de 2020, en plena vigencia de las restricciones por la pandemia mundial de COVID-19.
“Yo no sé a cuanta gente mi hijo le robó o causó algún daño. Pido disculpas abiertamente, mis esposa y demás hijos intentamos recuperarlo, sacarlo de sus debilidades y adicciones”, dijo José Estaba Martínez, dirigente gremial que representaba a los empleados panaderos.
Relató entonces: “Mi pareja tampoco puede ni sabe a quien recurrir. Yo doy la cara, nada fácil es pedir ayuda para salvar a un muchacho adicto. Él (por “Monito”) cada vez que consiguió trabajo y se sintió útil anduvo bien, sano y comprometido. Cada recaída en la droga y alcohol es más difícil de rescatarlo. Cada vez que consume pastillas (medicamentos psiquiátricos como ansiolíticos) con alcohol pierde el control y sale a hurtar lo primero que se le cruza”.
“Ya fuimos a todos lados, ya no sabemos qué hacer por él”, soltó el exintegrante del consejo directivo nacional del Sindicato de Panaderos. “Necesitamos una curatela o algún tipo de medida judicial para que lo internen y lo puedan sacar del delito. Porque sino lo van a volver a agarrar y golpear como el otro día por robar un perfume de auto”.
“Mi hijo mide 1,57 metros de alto, se lo reduce fácil y además cada vez que sale a robar es porque está alterado por la droga, no necesitan castigarlo tanto como lo hicieron la última vez, ni los vecinos ni la policía”. “Yo no soy violento ni mi familia lo es, pediré disculpas cada vez que haga falta, pero que pueda perder la vida por robar una zapatilla al vecino es una locura”, aseguró Martínez e insistió: “Detenerlo sí, que lo agarren, pero no golpearlo salvajemente, puede ocurrir cualquier cosa”.