El último debate presidencial obligatorio tuvo a Javier Milei (La Libertad Avanza) y a Sergio Massa (UxP) como protagonistas de una noche cargada de chicanas y, pobremente, de propuestas.
Pero en la transmisión, se vio a un Massa más sólido y a un Milei improvisando con contradicciones hasta el punto de no tener qué decir cuando fue el turno de la seguridad.
La gente estuvo atenta de manera masiva, igualando la audiencia en la televisación casi como en la final del Mundial de Qatar que terminó con Argentina campeón. En ese sentido, de lo que vio y escuchó sigue sacando sus propias conclusiones, porque el debate electoral sigue hasta el día de las elecciones. Las redes sociales pueden ser un reflejo de este hecho.
Pero, la gran incógnita está en los indecisos: hay quienes creen que muchos se vieron incentivados a inclinarse hacia el lado más conservador, que es hacia Massa. Porque sienten que el miedo no está en el oficialismo por el cambio en sí mismo, sino en lo que representará un cambio como el propuesto por los “libertarios”.
Los argentinos están más preocupados por la economía, que en Misiones el exgobernador Rovira dijo “que no es responsabilidad de este Ministro”, apuntando a Alberto Fernández (que sigue siendo presidente aunque no lo parezca), porque agarró un contexto deteriorado. Massa viene mostrando pocos resultados pero está activo y, dicen en el Gobierno, tiene el conocimiento como para encontrarle soluciones.
Del otro lado, una dolarización llena de pura incertidumbre y muchas contradicciones, demostraron que no habrá solución mágica. Va a llevar mucho tiempo salir de la crisis, pagar la deuda y reducir el déficit.
Agrada la idea de cerrar la grieta, las peleas. La gente está estresada y cansada de la grieta. Eso fue un punto a favor cuando llamó a la unidad nacional, frente al otro candidato que marcó mucho más el camino “anti”.