La ruda es una planta muy común en jardines, terrazas o canteros, por su tamaño adaptable a distintos espacios. La planta desarrollada puede llegar a medir aproximadamente 1 metro de altura. Con hojas pequeñas y de un verde brillante, con una diminuta flor de color amarilla en época de floración.
Incluso, a esta planta se le atribuyen ciertos poderes mágicos, de hecho se piensa que si seca es porque absorbe las ondas negativas del entorno, y si se mantiene vivaz, es que todo está muy bien en el hogar.
A la ruda se le conoce como la hierba de los 1.000 usos, ya sea para consumirla en infusiones o aplicada sobre el cuerpo, también protege a nuestras plantas con los extractos, ya que tiene características repelentes de insectos.
La ruda, Ruta graveolens como nombre científico, pertenece a la familia de las rutáceas. Esto quiere decir que tiene más de 1.600 especies “hermanadas” (naranjo, limonero, pomelo, etc.).
Es nativa de Europa, y suele cultivarse, aparte de por sus propiedades, también como ornamental. Desarrolla unas flores amarillas que destacan sobre jardines secos, pobres y calcáreos.
El cultivo de la ruda en el jardín, canteros y huerta
Tener una planta de ruda no es complicado, ya que como toda planta, las necesidades de este ejemplar son básicas y no tendremos ningún problema o inconveniente en cultivarla en nuestro hogar, pudiéndola adaptar a canteros, macetas pequeñas o macetones, también en el mismo suelo del jardín o la huerta. Con poco cuidado llegará a alcanzar casi el metro de altura.
El clima ideal
Este cultivo debe estar adaptado a zonas de climas cálidos. Si hace frío, es conveniente protegerla o tenerla dentro de casa en una maceta, pudiéndola cubrir en caso de fríos intensos (heladas).
En cuanto a necesidades de luz, lo más indicado es ponerla a pleno sol. Si la tenemos dentro de casa como planta de interior, procederemos a disponerla en el balcón o, al menos, cerca de la ventana para que reciba suficiente claridad y con rayos del sol incluido. De esto dependerá la salud y el esplendor de la planta.
Tipo de suelo y el riego
La ruda se adapta a todo tipo de suelo, suele crecer por sí sola y de manera espontánea, en terrenos secos, calcáreos, áridos, incluso arenosos. De todas maneras su crecimiento dependerá si el suelo tiene un mínimo de materia orgánica, algún compuesto básico para fortalecer la planta desde la raíz al tallo.
Hablando del riego, la clave para mantener con vida a toda planta, en este caso éste deberá ser normal, ya que no exige condiciones especiales de humedad. Lo más importante es evitar encharcamientos, o saturación de agua en el suelo, ya que puede echar a perder la planta. Todo exceso hídrico es malo.
En maceta y luego a la tierra
Es clave, si quieres lograr una planta de ruda óptima, el procedimiento que se suele realizar es iniciarla en maceta. Para hacerlo, no vas a necesitar tanta ciencia, siempre y cuando cuentes con una maceta mediana, tierra negra y algún sustrato.
Se siembra en primavera o antes del comienzo del verano, en condiciones controladas de humedad, luz y temperatura, y cuando alcanza los 20 cm se procede a trasplantarla al espacio que le hayamos dedicado en el jardín.
Por ejemplo, el jardín de rocalla. También, si no se desea multiplicarla por semilla, se puede recurrir a esquejes.
Como crece mucho si dispone de los medios adecuados, un consejo es podarla con vigorosidad en invierno. Con ello controlamos su crecimiento y permitimos que en primavera se desarrolle con más fuerza y con un aspecto rejuvenecido.