Por Julio Cristaldo, Estela Vera y Patricia Schmied
El grupo fue siempre muy unido. El 21 de septiembre todos fuimos parte del soñado viaje a Bariloche. Nos sigue gustando reunirnos y, en esta oportunidad, plantamos un retoño en el patio de la escuela. Se trata de un ejemplar de Ginkgo Biloba, el árbol que no envejece, símbolo de la resistencia y la fortaleza, que tiene la particularidad que no muere de viejo. La clave de su eterna juventud está en la profundidad de sus raíces. A este árbol también se lo llama “nogal del Japón”, un árbol único en el mundo que sobrevivió a la bomba de Hiroshima.
Ana, Rosa, Lily, Mónica, Patricia, Ondina, Noemí, Margarita, Patricia, Blanca, Cristina, Mirta, Norma, Nely, Estela, Carola, Miguel, Hugo, Julio, Pichuco, Lois, Fernando, Julio, Aníbal, Luciano y Carlos, son parte de la promo, que celebran el 40º aniversario.
La iniciativa fue de Estela Vera que se ocupó de conseguir el ejemplar en La Plata, provincia de Buenos Aires, donde reside. Patricia Schmied tuvo la idea de colocar un banco y también luminarias para mayor comodidad. Lo hacemos porque el árbol nos enseña a no rendirnos, a no bajar los brazos, a no darnos por vencidos ante la primera adversidad, nos enseña a seguir adelante a pesar de todas las dificultades. La vida está llena de ellas, cada uno de nosotros sabe lo que cuesta progresar, buscamos las soluciones, a veces las encontramos y a veces no, seguimos adelante. Así como el árbol, seguimos, sin darnos por vencidos. Que la sombra, el sonido que produce el viento al pasar por cada hoja, los reflejos y luces que pasan a través suyo, todo ser vivo que se alimente de este Ginkgo Biloba nos permitan la pausa necesaria para agradecer y decidir lo mejor: la vida.
El Ginkgo Biloba es un árbol cargado de historia, muy fuerte y hermoso. Y desde su altura o extensión nos mira. Queremos que este árbol, cuando los mire, solo vea a personas que están luchando por ser mejores, personas que se esfuerzan por cumplir sus metas. Todos deben tener metas y un lugar donde empezar es siendo estudiante. Siempre se es estudiante, porque donde vayamos aprendemos y también enseñamos.
El otro ejemplar, el Guarán amarillo, es más pequeño, pero no por eso es menos importante. Cada uno es especial y único. Que el lugar donde echan sus raíces y cobijen con su sombra sea importante para quien la esté recibiendo o la busque.
Ambos ejemplares se parecen a la educación, porque ambos perduran en el tiempo, dan frutos, se quedan sin hojas, pero vuelven a empezar. La escuela día a día sufre modificaciones a través de su currícula, pero se adapta y sigue. No quedará sin alumnos siempre que haya alguien que llegue a ella.
Una escuela puede estar en cualquier lugar. Nosotros tuvimos la suerte de tenerla físicamente aquí. El nuevo edificio se había inaugurado en el año 1979. Un docente no es quien es sin un alumno. Se retroalimentan. Se necesitan. Hoy, personas que pasamos por esta escuela, nos juntamos para agradecer y devolver algo de lo que nos dio. Imagino a alumnos y profesores compartiendo una hermosa clase debajo de sus sombras, con un tere, un mate o una guitarra. O realizando proyectos de actividades o hablando, simplemente.
A la escuela la hacemos también con nuestras intervenciones y ¡que haya muchas!
Agradecemos a los profesores que nos mostraron un camino, nos prepararon para que caminemos solos, pero muy seguros. Que donde estemos dejemos algo por lo que nos recuerden. Damos gracias a los compañeros por estar presentes, por cumplir esta locura tirada en charlas, pero ya ven siempre algo queda de todo lo que se dice. Esta promoción deja su marca y cada vez que pasemos por la querida escuela, la vamos a mirar diferente. No solo la vamos a reconocer porque allí estuvimos, sino que, a partir de ahora, sabremos que a esos árboles que forman parte de ese patio, los plantamos nosotros.
Agradecemos a la profesora Romina Soledad Holc que cedió el lugar para plantar los árboles; al director del Vivero Municipal de Berisso, que nos donó el ejemplar de Guarán; a Rafael, esposo de Estela, que trajo los ejemplares desde La Plata; a Emanuel Aquino, que nos ayudó a plantarlos y a todas las personas que hicieron posible este acto de amor. ¡Abrazo a todos!