El 24 de julio de 1958, el presidente Arturo Frondizi anunció la “Batalla del Petróleo”, mediante la cual el país -que llegó a importar casi el 70% del petróleo que consumía- en apenas 4 años, y a través de YPF, triplicó la producción nacional y alcanzó el autoabastecimiento, rompiendo así con 50 años de dependencia de los grandes monopolios que abastecían del petróleo importado.
La estrategia de Arturo Frondizi y de Rogelio Frigerio, producto de sus permanentes conversaciones y análisis a partir de 1956, estableció como pilar básico del programa de desarrollo económico y social a aplicar -cuando la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) pudiera acceder al Gobierno- la inmediata y acelerada explotación de nuestros recursos petroleros para lograr el autoabastecimiento en el menor tiempo posible y así poder asegurar el desarrollo de la industria pesada.
Esta decisión pudo por fin ser anunciada por Frondizi en su mensaje inaugural el día 1 de mayo de 1958, al asumir la Presidencia de la Nación, cuando dijo: “Debemos alcanzar el autoabastecimiento energético, basado en la explotación de los yacimientos de petróleo y carbón y la utilización de la potencia hidroeléctrica. Ello nos permitirá ir sustituyendo gradualmente las importaciones de combustibles que en 1957 han insumido la cantidad de 318 millones de dólares”.
Pero desde el anuncio del plan hubo una obstinada oposición lanzada desde diversos sectores por intereses económicos, ideológicos o políticos. Además, se decía que la política petrolera del presidente Frondizi era todo lo contrario de lo que había sostenido como ciudadano en su libro “Petróleo y política”.
Sin embargo, la opción para él era muy simple: o se aferraba a su postulación teórica de años anteriores y el petróleo seguía durmiendo bajo tierra, o se lo extraía con el auxilio de capital externo.
El 24 de julio de 1958 el presidente lanzó un histórico discurso ante el país, explicando los problemas y las consecuencias que tenía el seguir importando petróleo, y anunciaba “la batalla del petróleo”. El objetivo de esta “contienda” era lograr el autoabastecimiento petrolero “sea como sea”.
Ese mismo año se establecía en la Ley 14.773 (ley de nacionalización del petróleo) que “los yacimientos de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos (…) son bienes exclusivos, imprescriptibles e inalienables del Estado Nacional”, prohibía “en todo el territorio nacional el otorgamiento de nuevas concesiones” y declaraba “de urgente necesidad nacional el autoabastecimiento de hidrocarburos y sus derivados”.
A través de la empresa estatal YPF, la producción nacional en sólo 4 años llegó a 15.600.000 toneladas de petróleo: más de 10 mil por administración propia y el resto por medio de contratos de locación con la Banca Loeb francesa y las estadounidenses Panamerican y Tennessee.