“Ellos son todo para nosotros”, aseguraron Mariela Rossana y Carina Elena, hijas de María Nelly Hausheer y de Oscar Eduardo Brodzicz, para quienes organizaron una espectacular fiesta para conmemorar sus Bodas de Oro.
“Las Vegas” fue el motivo elegido para celebrar los 50 años de casados de esta pareja que disfruta de sus salidas a los casinos y que anhela conocer esta ciudad turística de los Estados Unidos, famosa por su activa vida nocturna.
A pesar que la convocatoria tuvo lugar hace más de un mes, el matrimonio de Campo Viera aún desborda de alegría y tiene para con los suyos, solo palabras de agradecimiento.
María Nelly Hausheer contó a Ko’ape que la fiesta sorpresa fue ideada por sus dos hijas, “que se pusieron de acuerdo y organizaron este encuentro con todos los detalles, pero sin decir absolutamente nada a su papá porque, seguramente, él les iba a decir: ‘no quiero nada’. Así que se unieron con sus amigos y con mis nietos: Gerardo Nicolás, María José, Tomás, Naomi y Mateo, y todos fueron cómplices” de esta convocatoria que “fue muy hermosa”.
Al referirse a la fecha recordó que “ese día -sábado 10- llegó mi hermana desde Buenos Aires, y empezaron a venir otros familiares, así que ya sospechábamos que algo habría, pero no como nosotros encontramos después. Nos llevamos una sorpresa al ver la manera en que estaba hecho todo. Sabíamos que era una reunión de amigos y que por eso también vino mi hermana. Una sorpresa total no podía ser porque vinieron a mi casa a terminar de hacer algunas cosas, las tortas, pero nos advirtieron que no podíamos ir al SUM del municipio donde ellas querían hacer algo. Ocultar todo no podían porque el tiempo estaba medio amenazante”.
El matrimonio estuvo reunido con gente amiga hasta que empezó a caer la noche, que fue cuando “nos remarcaron: ustedes no se presenten por allá -el Salón de Usos Múltiples (SUM) del municipio- hasta que nosotros les busquemos. A las 21.30 quedaron en venir a buscarnos, pero, finalmente, no lo hicieron ellos, sino que vino a una camioneta con un mecánico conocido de apellido Neris y su hijo, que es comisario de Policía”, añadió Mary.
“Nuestros padres siempre están reunidos alrededor de una mesa disfrutando con amigos y familia. Son dos personas muy especiales que tras 50 años siguen apostando a estar juntos. Pasaron por muchas cosas, pero nunca perdieron la alegría”.
Cuando los agasajados llegaron al salón se sorprendieron de la cantidad de invitados que esperaban para darle la bienvenida. Eran alrededor de 80 personas. “Estaba todo muy lindo, todo muy bien organizado. Cuando llegamos, tuvimos que esperar un poco dentro de la camioneta”, tratando de superar los nervios, la emoción y la curiosidad que les generaba tanto hermetismo por parte de todos los familiares. Después de unos minutos, que parecieron eternos, vinieron ambas hijas y acompañaron a su papá hasta ingresar al lugar por una de las puertas del local. Luego fue el turno de la “novia”, a la que vinieron a buscar y acompañar sus yernos, con los que “ingresé por otra puerta”. En ese momento, “me pusieron la marcha nupcial mediante la cual me conduje hasta donde estaba mi marido. Cuando entré ya estaban todos los amigos. ¡Ay, Dios mío!, qué lindo fue. Muy emotivo”, continuó la mujer.
Con abrazos interminables, “estuvimos saludando, hasta que nos interrumpieron para dar inicio a la ceremonia en la que reafirmamos nuestro compromiso. Nos casamos de vuelta, con la sorpresa con que las dos nietas hacían de jueces y nos declararon marido y mujer, otra vez”, comentó.
“Después vinieron las fotos, donde vivimos momentos muy emotivos. Había conocidos que hace años no nos veíamos, no sabemos cómo hicieron para encontrar a todos”. Es que las “organizadoras” lograron que vengan amigos de Santa Fe, de Entre Ríos, de Buenos Aires, de La Rioja, además de distintas localidades misioneras. “Vivimos una ceremonia muy especial que se extendió hasta las 5 del domingo. Estuvimos bailando y cantando entre todos porque mi yerno tiene un grupo de folclore que se llama ‘Nuestro canto’, así que hubo tango, danzas folclóricas y no pudo faltar el bombón asesino, que fue el tema con el que arrancamos”, confió Mary, a la que “me encanta bailar”.
“Recibimos muchos regalos como si fuéramos recién casados, fue impensado. Revivimos nuestro casamiento. En nuestra mesa contamos con la presencia del Dr. Horacio Álvarez, que es una figura del pueblo, es el primer médico instalado acá. También vino su hijo, que vive en La Rioja, y su nieto”.
El SUM fue decorado completamente con adornos que emulaban elemento del casino y era “como si estuviéramos en Las Vegas porque a los dos nos gusta mucho los juegos de casino. Po eso la idea de ellos nos pareció espectacular. Mi nieto, el de Suénaga, me dijo: abuela no quiero hacer alfajores nunca más porque en ellos se representaban las fichas de 50, de 30, de 20. Solemos ir al casino cuando tenemos un tiempito libre y algo de dinero. Siempre como una diversión, porque nos resulta un entretenimiento. Nos gustaría ir a Las Vegas. Ojalá pudiéramos. Pero es algo imposible porque significa mucho dinero”.
A su esposo, Oscar Eduardo Brodzicz, también le gustó “mucho la fiesta. Él es inquieto y decía, seguro que van a faltar algunas cosas, que va a faltar esto, que va a faltar aquello, porque, siempre decimos, si él no hace parece que no está conforme. Es muy detallista. Ya de regreso a casa, reconoció que ‘esta vuelta me taparon la boca’, porque no faltó absolutamente nada”, manifestó entre risas.
Mary y Oscar se conocieron en la colonia -Sección Séptima kilómetro 31 de la ruta 14-, porque eran vecinos de chacra, y sus padres solían visitarse, como se estilaba en aquellos tiempos entre los agricultores. “Fui a trabajar a Buenos Aires, y cuando regresé, me encontré nuevamente con Oscar. Nos vimos en un baile de esos que se hacían en la colonia. Regresé a Buenos Aires, y me siguió. Estuvimos trabajando mucho tiempo -él en una estación de servicios y yo en una fábrica de camisas- y allá nos casamos”, señaló.
Según el “novio”, “ella estaba en Buenos Aires, pero yo ya tenía planeado ahí para allá y bueno, así se dieron las cosas”. La fiesta fue en un bodegón que se llamaba “La taberna de Don Julio”, ubicada en San Juan y Boedo. A diferencia de esta “reafirmación de los votos matrimoniales”, en esa oportunidad, no pudieron estar todos los familiares, en su mayoría eran compañeros de trabajo. “No fue grande, en esa época se alquilaban tabernas y se organizaba para 15 o 20 personas”, rememoraron.
“Agradecemos a nuestras hijas, a los yernos, a los amigos, a los nietos, y a los amigos de los nietos, que fueron cómplices y supieron mantener el secreto. Todos trabajaron porque me contaron que desde diciembre estaban organizando despacito, esas cosas. Como quien no quiere la cosa, venían a casa a revisar qué podían encontrar. Esto nos va a quedar grabado en el corazón y en la retina mientras vivamos”.
Después que nació la primera hija del matrimonio, decidieron regresar a la tierra colorada. Es que “la situación estaba fea y pasamos un muy mal momento en la época del gobierno militar. Nos secuestraron a los tres y, como parece que se dieron cuenta que se equivocaron, nos soltaron en un lugar desconocido para nosotros. Vivíamos en Olivos, y nos largaron en Liniers, era de noche y no sabíamos dónde estábamos”, acotó. A raíz de ese desgraciado acontecimiento, “los suegros sugirieron que regresáramos. A partir de ese momento nos radicamos en Campo Viera y solo volvimos a Buenos Aires de paseo. Acá, mi esposo se dedicó a la mecánica de autos, y yo ayudaba a mi hermano en la agropecuaria y así, siempre trabajando”.
El matrimonio coincidió al decir que “fue una sorpresa muy agradable. Agradecemos a nuestras hijas, a los yernos, a los amigos, a los nietos, y a los amigos de los nietos, que fueron cómplices y supieron mantener el secreto. Todos trabajaron porque me contaron que desde diciembre estaban organizando despacito, esas cosas. Como quien no quiere la cosa, venían a casa a revisar qué podían encontrar. Esto nos va a quedar grabado en el corazón y en la retina mientras vivamos”.
“Fue muy lindo, fue una emoción. La verdad es que yo no sabía, hicieron todo medio escondido para sorprendernos, pero salió muy lindo. Pudimos reencontrarnos con parientes, con amigos, aunque muchos no pudieron venir por distintos motivos. Pasamos muy bien”, sentenció.
Pensado en Las Vegas
De acuerdo a lo relatado por Carina, el año pasado, en alguno de los encuentros familiares, surgió el tema que en junio del año siguiente nuestros padres cumplían los 50 años de casados. Por ende, nos pusimos a pensar qué podíamos regalarles, pero, entre las hijas, yernos y nietos, llegamos a la conclusión que lo que ellos más disfrutan son las fiestas. Fue entonces que optamos por hacerles una fiesta sorpresa.
La temática surgió porque ellos disfrutan mucho de sus salidas a los casinos y uno de los sueños que tienen es conocer Las Vegas. Definitivamente, no estamos en condiciones de enviarlos allá por lo que decidimos hacerle la fiesta con esa temática de casino de Las Vegas. Googleamos ideas y fuimos armando la decoración entre nosotros (tíos y sobrinos: Mariela, Gerardo, Nicolás, María José, Tomás, Abril, Gerardo Jr, Carina, Roberto, Naomi y Mateo). Con la lista de invitados, fuimos recibiendo las ayudas económicas para afrontar gastos de la fiesta porque todos los invitados colaboraron en la organización. Después, planificando el programa de la noche, decidimos hacerles la renovación de votos, tomando la idea de los casamientos en Las Vegas.
Mary y Oscar padres se enteraron que “algo” estábamos organizando, pero no tenían ningún detalle de cómo sería la fiesta. Programamos para que uno de sus amigos los llevara al salón cuando estaban todos los invitados. Al llegar dimos inicio a la “boda”. Primero ingresó al salón “el novio”. Lo hizo del brazo de sus dos hijas (Mariela y Carina), que lo guiamos hasta el lugar preparado para la ceremonia, y fue recibido con aplausos. Y con la marcha nupcial ingresó “la novia” del brazo de sus dos yernos (Gerardo y Roberto) quienes hicieron la entrega a su “prometido”. Naomi y María José (las nietas) armaron el guion y oficiaron la renovación de votos. Todo muy emotivo, pero súper divertido.
Hubo tirada de ramo a sus amigas, juegos de preguntas y respuestas a los novios, discursos, cantos, cuentos de anécdotas, bailes y mucha diversión. Fue una noche colmada de felicidad, junto a familiares y amigos de toda la provincia y de otras provincias. “Nuestros padres siempre están reunidos alrededor de una mesa disfrutando con amigos y familia. Son dos personas muy especiales que tras 50 años siguen apostando a estar juntos. Pasaron por muchas cosas, pero nunca perdieron la alegría. Como hijas estamos muy orgullosas y agradecidas porque siempre están incondicionalmente para nosotras y para sus nietos. Al verlos disfrutar y emocionarse toda la noche y la felicidad de sus rostros quedarán grabado por siempre en nuestros corazones y será tema de conversación familiar por mucho tiempo”, aseguraron.